Que
las expresiones artísticas se alimentan entre sí es la frase perfecta que suele
esgrimirse como excusa para hablar de todo un poco y con un mínimo hilo
conductor, y este es el caso.
En
Europa el año de 1816 fue recordado como el “año sin verano”. Se debió a que el
Volcán Tambora, en Indonesia, entró en erupción hacia el 10 de abril de 1815, matando a 60.000 personas y
generando efectos devastadores en el clima, en particular para Europa, en donde
se dio un descenso brusco de la temperatura promedio. Esto se debió a las
grandes cantidades de dióxido de azufre que emitió hacia la atmósfera provocando
la reducción del calor solar que llegaba a la superficie de la tierra.
Tal
vez esta falta de sol, o quizás el aburrimiento, la oscuridad temprana, sumada
al consumo de láudano los haya motivado escribir historias para matar el tiempo
empujados por uno de los veraneantes, el famoso Lord Bayron.
La
historia de Shelley se centra en el clásico científico que experimenta, en este
caso con el “galvanismo”, pseudociencia de moda, y el jugar a ser Dios. El
resto es materia conocida. En 1818 se publica como una novela, y luego, hacia
1831, Mary Shelley reescribe parte de la obra quedando tal como la conocemos
ahora: “Frankenstein o el moderno Prometeo”.
Esa
obra, la novela de 1818, es considerada por muchos como la primera obra de
ciencia ficción, como la que da origen al género. Y si bien para otros la
ciencia ficción como género surge un siglo después con Hugo Gernsback, escritor
que daría nombre a los premios “Hugo” y su “science-fiction” en su revista “Amazing
Stories” de 1926, lo cierto es que para el imaginario popular hablar de
Frankenstein remite tanto al científico loco que crea un monstruo (valga la
acotación que lo del monstruo es por una obra de teatro ya entrado el siglo XX,
que se basa en la novela), y por añadidura, a una creación en la que se toman
partes distintas y se ensamblan dando como resultado otra cosa nueva creada de
ese rejunte y que no siempre es de lo mejor.
Ahora
bien, como todo tiene que ver con todo, en 1973 sale al mercado el álbum “Thy
Only Come Out at Night” de The
Edgar Winter Group, uno de los temas se llama “Frankenstein”, la única
canción instrumental del álbum, en franca alusión al rejunte de partes para
formar algo mayor.
Se
dice que el nombre del tema se lo dio el baterista Chuck Ruff en razón de que
el tema surgió de unas largas sesiones de experimentación e improvisación
alejadas de las sesiones de grabación estructuradas. Luego, cuenta la historia,
que el resultado final es el producto de un corte y pegue, un “cut and paste”
realizado literalmente con una hoja de afeitar y cinta de pegar.
El
tema es un dechado de virtudes que mezcla potentes riff de guitarra eléctrica
con el uso y abuso de sintetizadores como instrumento principal, lo que fue
algo novedoso para la época.
Hay
distintas versiones en las plataformas musicales, algunos de cuatro minutos,
otros de un poco más y alguna anda dando vueltas con más de nueve minutos de
duración, como por ejemplo esta versión que se puede ver y oír en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=P8f-Qb-bwlU.
Edgar
Winter, líder de la banda y multi instrumentista, siempre se refirió a ese tema
como un "beat-monstruo de ritmo pesado"
que estuvo en lo más alto de los rankings por largos meses, vendiendo más de un
millón de copias.
Al respecto dijo: "Nunca olvidaré la primera vez que
salía al escenario con el teclado en la correa... fue uno de esos momentos de
rock and roll de verdad. Creo que la combinación de "Frankenstein"
una canción hard rock y la espectacular imagen de un teclado con una correa
establecieron en la mente de la gente que soy un artista de rock y pensado
principalmente como un tipo de rock... pero realmente me gusta el jazz, la
música clásica, y creciendo en Texas también un montón de country. Pero yo
estaba buscando una canción para presentar el sintetizador como instrumento
principal, que hasta ese momento y por lo que yo sé que no se había hecho
antes. Las personas estaban usando sintetizadores principalmente como
edulcorante para emular los sonidos de los instrumentos ya existentes. Me
encantaban todas esas viejas películas de ciencia ficción que tenían
sintetizador primitivo y Theremin como 'Planeta Prohibido.' Pensé en el
sintetizador como... como wow, esto es un nuevo instrumento que en realidad se
puede crear sonidos futuristas que nunca se habían escuchado antes." (http://www.classicrockmusicwriter.com/2014/08/edgar-winter-interview-johnny-will.html)
Sin
embargo las relaciones entre el rock y la ciencia ficción acá no terminan. Un
personaje como Edgar Winter no puede pasar desapercibido. Conocido en el
ambiente, junto con su hermano por ser albinos, ello no los amilanaba, a tal
punto que Edgar usaba una larga cabellera blanca inclusive para las tapas de
sus álbumes. A su vez detenta el extraño honor de haber aparecido en un
episodio de “Los Simpson”, y que su música se utilizara para los “Power Ranger”,
lo que lo eleva al carácter de ícono cultural o pop de la época.
Ahora
bien, por si ello fuera poco este músico estuvo fuertemente relacionado con L.
Ron Hubbard, fundador de la “Iglesia de la Cienciología” y un referente de la
ciencia ficción norteamericana.
Este
novelesco personaje gozó de fama por sus obras que fueron publicadas en “Astounding
Science Fiction” como “Final Blackout”, o “To
the Stars”, que mereció una nominación al premio Hugo, “Fear” y “Typewriter in the Sky”, quizás sus obras más importantes y
por último cabe mencionar a “Mission Earth”, que es la última obra
escrita por Ron Hubbard y publicada póstumamente.
Pero las
relaciones no se terminan acá pues en un nuevo bucle nos encontramos con que
“Missión Earth” fue producido por Edgar Winter, a la par que colaboró en la creación del álbum homónimo de
1986, con letra y música de Hubbard. Esto no debe sorprender dado que Winter
mantuvo una fuerte relación en los '80 con la “Cienciología”, participado en
publicaciones de la Iglesia e inclusive dictado cursos. Acá una versión en
youtube del álbum: https://www.youtube.com/watch?v=fonP6gr-2JI&t=1568s ....
Para Edgar Winter este álbum fue un retorno a las raíces primitivas del rock aunque sus fans y críticos no hayan opinado lo mismo.
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