17 marzo 2022

Internados en el nido del cucú

 

Internados en el nido del cucú

Una aproximación a la obra de Ken Kesey y Milos Forman

desde la Sociología de Erving Goffman.

 



 

Palabras: Jack Nicholson, lobotomía, interaccionismo simbólico, institución total, teatro, sociología, panóptico, antipsiquiatría, psiquiatría.

 

Hay películas que quedan grabadas en la mente de las personas. Escenas, diálogos, una imagen. La imponente presencia de Jack Nicholson en la película “Alguien voló sobre el nido del cucú” es una de ellas. El mentado film es una obra adaptada de la novela “One Flew Over the Cuckoo's Nest”, de Ken Kesey de 1962[1], y fue dirigida por Milos Forman en 1975.

El personaje que interpreta Jack Nicholson es apabullante por donde se lo mire, destila desparpajo, desinhibición y aterra cuando uno se percata hacia dónde transita inexorablemente el personaje.

Hasta acá nada que no se haya comentado antes. El hecho es que esas imágenes de una persona díscola que ingresa a un manicomio para salvarse de la cárcel me disparó directamente hacia un trabajo sociológico de uno de los grandes científicos de esta ciencia del siglo XX, la obra es “Internados: Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales” del sociólogo E. Goffman.

 



 

Sobre la relación entre ambas obras trataré de aclarar algunas ideas, ya que si bien muchas películas enfrentan el tema de la salud mental desde diferentes perspectivas, preconceptos o ideologías esta se centra en un momento histórico concreto en donde la lobotomía se encontraba en su apogeo.

Quien vio la película a los pocos minutos podrá idearse lo mal que terminará McMurphy. Desde las primeras escenas destila “su demencia”, tal es así cuando a su arribo besa al policía que le quita las esposas y lanza alaridos o cuando dirigiéndose al director del hospital le diga que “nada funciona bien en mi cabeza”. Este granuja llega al manicomio como un triunfador, inmerecido por cierto, y en algún lugar de nuestros corazones deseamos decirle: “hey, amigo, vas camino a la muerte (o la locura, cual peor)”.

Por ello me pareció interesante desarrollar una lectura de la película (y su libro) a través de una investigación científica, de la obra de E. Goffman ya que, y esta es la idea central, las modas, costumbres, gustos estéticos o estado de la ciencia son reflejados por las artes (literatura, cine, pintura) casi en el mismo momento en que ocurren.

 



 

Como primer punto de comparación podemos traer a colación una razón por la que las obras tienen tantos puntos en contacto. El libro de Goffman, “Internados”, fue el resultado de la investigación de campo que realizó entre 1955 y 1956 en un hospital psiquiátrico de Washington. Goffman trató de pasar desapercibido presentándose como ayudante del director de gimnasia, aplicando estrategias micro-sociológicas cercanas a la etnología. Por su parte se sabe que Kesey pasó un tiempo trabajando como enfermero en un hospital psiquiátrico de California, EEUU. Allí pudo interiorizarse sobre cómo trataban a los internos desde la institución y también experimentar con las drogas que a los internos les eran suministrados. A ello se debe el perfecto detalle de los ambientes, la pulcritud de los uniformes, etc.

Además la historia de esta película nos hace vislumbrar una época en particular, EEUU entre la época de postguerra y hasta los años 70. Interesante es ver que durante ese lapso de tiempo los EEUU vivieron sin dudas la mejor de sus etapas en lo referente al estilo de vida logrado por la sociedad. Es la época del “baby boom”, del Welfare State y del pleno empleo. Y misteriosamente es también una época en donde se desarrollan distintas ideas acerca de la lucha contra el sistema[2].

Así comprendemos porqué McMurphy encarna a una persona que lucha contra el sistema (las reglas del hospital) desde una postura egoísta, dado que intenta lograr beneficios a costa de torcer las normas, y en donde se presenta una analogía de la lucha contra una sociedad opresora, en este caso representada por la enfermera Ratched, símbolo de férrea autoridad interpretada por Louise Fletcher.

El orden y las restricciones que operan en el hospital nos recuerdan las reglas de muchas sociedades. La individualidad de cada “interno” se torna conjunta y por consiguiente representa a aquella que busca por momentos adaptarse, sentirse parte de la sociedad y por otro momento se resiste y solo pide tolerancia. A través de los pasillos de un hospital psiquiátrico esta película cuestiona el sistema de salud mental norteamericano en tiempos donde los derechos humanos eran invisibles ante el avance tecnológico de los nuevos conocimientos en neurología. Por ello vemos a los enfermos del pabellón que le toca en suerte a Mc Murphy andar de un lado para el otro todos “en bloque”, privados de autonomía, de su individualidad.

Cuando vemos esta película debemos situarnos entre los antes dicho y lo siguiente: Mc Murphy es un violador e inadaptado social de espíritu libre que finge demencia para ser recluido en un hospital psiquiátrico con la idea de escapar a un régimen carcelario que considera un excesivo castigo a sus delitos y que no está en sus planes purgar. Él dice algo así como que está con una pandilla de locos para evitar ir a la cárcel.

En una de las primeras escenas de la película se observa el ingreso de McMurphy al hospital. Con el director del Hospital tiene una reunión y dialogan sobre los motivos por los cuales fue internado. Hay que destacar dos caracteres en la personalidad de McMurphy: el de vago,  indicador que podría ser síntoma de su locura ya que esto se corresponde con parte del discurso civilizado de la época cuando se consideraba como la cuestión más miserable a un hombre holgazán. El otro es su carácter de pendenciero, dicho de otra forma: irrumpía contra el orden.

            Pero la pegajosa tendencia de Mc Murphy al desorden y a la desobediencia establecidos como su estilo de vida choca rápidamente con la inflexible disciplina impuesta dentro del establecimiento. En definitiva vemos como minuto a minuto nuestro protagonista comienza a padecer su nuevo lugar de vida. Así a la par que padece su nueva realidad, no se alecciona y contagia su tendencia al desorden y su sentido de la vida choca muy pronto con la estremecedora rutina de los habitantes del manicomio.

            A lo largo del film vemos como sus compañeros de “hospedaje” vienen a darse cuenta de que existe algo muy diferente a lo que están viviendo cada día. Se desencadena así una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica ante la fría y severa enfermera Ratched a la cabeza y sus asistentes.

En la obra de Goffman, “Internados”, este autor desarrolla el concepto de “institución total”. A estas instituciones, podemos denominarlas como “lugares o espacios específicos donde los seres humanos comparten un espacio delimitado totalmente controlado hasta en los más mínimos detalles”. Conviven en estos espacios dos tipos de personas, los guardias y los internos.

Bajo este concepto Goffman pone de manifiesto las características totalitarias en las que las personas se ven obligadas a compartir un espacio delimitado, bajo estrictos controles horarios e interacciones controladas. En definitiva, Mc Murphy huye de una institución como es la cárcel en EEUU, con toda su impronta de trabajos forzados. Y en donde cabe recordar, en EEUU persiste el sistema corrientemente denominado "Tree straike and your!re out law", en donde en resumida síntesis, tres condenas penales implican largas cadenas perpetuas.

 


             Es por ello que en el desarrollo del film la presencia del personal, y sobre todo de la férrea enfermera jefa del pabellón en que transcurre el film torna irrespirable el clima de esos pasillos. Para no irme del tema, a esto lo encuentro muy relacionado con el concepto de "panóptico"[3] propio de estas instituciones en estudio.

En el devenir de toda la película prima un principio rector positivista, la fe en la ciencia es avasalladora: “se trata sólo de medicina, te va a hacer bien” dicen las enfermeras cuando entregan las medicinas a los pacientes. Es una forma de entender el mundo, el discurso médico hegemónico.

Pero hay que tener presente que McMurphy no estaba loco y los doctores eran conscientes de ello, pero no hacían nada al respecto. Muy por lo contrario, cada vez que desobedecía las normas internas estos le aplicaban técnicas médicas en contra de su voluntad.

            Esa puesta en escena del anormal también será discursiva: el criminal, el loco, es objeto de debate y será la ciencia la que establecerá un rol fundamental en la construcción del yo normal y el otro anormal: la hegemonía médica va a comenzar a medicar lo funcional y lo disfuncional. Así aparecerá la medicina aliada al poder. Se cataloga de enfermo a aquello que al sistema le sirve para preservar el orden. Así se entiende al criminal como algo patológico, como que está loco, enfermo y que hay que ayudarlo; como éste se sale de la norma se prefiere creer que está loco antes de aceptar la experiencia de la gente que escapa de la norma. Y así lo terminan entendiendo quienes “tratan” a Mc Murphy. Tratantes y tratados, guardias e internos dentro de la Institución Total.

Como podremos ver en la película, Mc Murphy viene a romper el orden casi estático que aparentemente siempre ha existido en los pasillos del hospital.

Utilizando esta anomalía introducida es como podemos percatarnos que hay dos formas principales o ajustes a través de los cuales los internos o tratados se adaptan a su entorno: primarios, cuando el interno se adapta a los reglamentos y estructuras institucionales; secundarios, cuando los individuos logran adaptar algunas características institucionales para su propio beneficio. En un primer grupo podemos ver al grupo de personas de su pabellón con que se encuentra Mc Murphy. Pasivos adaptados a las normas. En el segundo grupo encontramos a ya sabemos quién.

            El problema surge en la película en función de que Mc Murphy rompe con esta pasiva aceptación de los reglamentos internos torciendo esta normativa a su favor, ejemplos palpables son cuando organiza la mesa de poker, la administración del tv, el equipo de basket ball, la limpieza de los sanitarios, la salida en barco, el ingreso de prostitutas al hospital o cuando no ve el vidrio y lo rompe penetrando así su cuerpo en un sector al que tiene vedado su ingreso.

Este sector es “regenteado” por mujeres y hombres de color. Este no es un dato menor pero que puede pasar desapercibido: los asistentes de las enfermeras son hombres de tez negra que se la pasan limpiando entre otras actividades, lo cual es una típica construcción social que establece que ellos por distintos son inferiores. Este hecho no es menor, sin lugar a dudas las mujeres y las personas de tez oscura han sido colocadas socialmente en términos de desprivilegio. La circunstancia  que sean ellos quienes ejercen poder sobre los “enfermos” connota el bajo grado de importancia social dado a aquellos que están encerrados en aquel hospital.

Vista la película a través de Goffman se permite entrever el uso disciplinario de estas instituciones y de cómo estas mortifican el yo de los individuos para lograr ajustar este yo al entorno institucional, mediante el uso de las tensiones dentro-fuera. En la película está muy bien lograda la presencia de la institución total puesta también de manifiesto en los cuerpos de los internados: lobotomía, baños fríos, castigos físicos, etc.

            Una de las características centrales de las instituciones totales es la ruptura de un ordenamiento social básico en la sociedad moderna: la distinción entre los espacios (tiempos) de juego (ocio), descanso y trabajo, en los que por lo general se interactúa con distintos coparticipes y ante el ejercicio de una autoridad que es dispar y sin respetar un plan administrativo muy estricto.

            Muy por el contrario, según Goffman, en las instituciones totales como en el pabellón en que se desarrolla la película podemos observar que la totalidad de las dimensiones de la vida cotidiana ocurren en un mismo lugar y bajo una única autoridad, también que todas estas actividades cotidianas se llevan a cabo en la compañía inmediata de un gran número de otros miembros, a los que se da el mismo trato y de los que se requiere que hagan juntos las mismas cosas. Lo peor de todo es que estas actividades están total y perfectamente programadas. Se encuentran "encadenadas" unas a otras y todas se imponen jerárquicamente a través de un cuerpo de empleados administrativos y a través de un rígido sistema de normas de rigurosa formalidad. Hay para todo esto un "plan racional", único, creado deliberadamente para regir la totalidad de las actividades, que demás está decir, son obligatorias para los internos.

 



Así desde la teoría del interaccionismo simbólico, al que adhiere Goffman, éste define a la vida como un teatro, y bien vale la comparación con la puesta en escena que constantemente y día a día montaba Mc Murphy dentro del manicomio.

El director de Alguien voló... se vale de esta teoría en que los seres humanos son meros actores que se esfuerzan permanentemente en todos los ámbitos de su vida social para transmitir una imagen convincente de sí mismos frente a los diversos "auditorios" a los que se enfrentan (la familia, los amigos, la escuela, la oficina, etc.). No importa lo que uno sea realmente, sino lo que se logra parecer. Mc Murphy en un principio aprende rápidamente a moverse hábilmente entre los "decorados y las utilerías" de la puesta en escena que es el pabellón psiquiátrico en que se encuentra.

Finalmente todo se desmadra y como reza el Interaccionismo Simbólico, el que no sabe actuar constituye una amenaza para el elenco y es prontamente apartado, acá mediante la intervención en los cuerpos, llámese electroshock o lobotomía.

El final es aleccionador. Mc Murphy sufre electro-sock y luego una lobotomía [4] y, como todos sabemos "el gran jefe" toma una decisión liberadora y conduce a la victoria final de Mc Murphy sobre Racheld mientras el “gran jefe” escapa del manicomio.

Podemos decir también para concluir y porque no, que la película termina siendo una alegoría de la Antipsiquiatría[5], entendida esta como casi como un movimiento contracultural que se levanta contra los tratamientos aplicados a los enfermos mentales en EEUU considerados en su momento como la teoría y la práctica psiquiátrica convencional[6].



[1] En países de habla hispana se la conoció como “Alguien voló sobre el nido del cucu” y también como “Atrapado sin salida”.

[2] Digo por ejemplo que siendo tan feliz la “sociedad de la abundancia” estallan los índices de delitos, vandalismo y protestas, culminando, por ejemplo, con el movimiento hippie. Me animo a decir que un sistema que les da todo también los llena de vacío existencial. Tal es así que para ejemplos tenemos a Rebelde sin causa, el rock and roll, Elvis Presley, las drogas, etc.

[3] La idea o filosofía del Panóptico fue una de las expresiones más acabadas de la concepción moderna de cárcel. Fue un diseño de centro penitenciario “ideal” elaborado por el filósofo Jeremias Bentham a fines del siglo XVIII. El concepto de este diseño permite a un vigilante observar (-opticón) a todos (pan-) los prisioneros sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no. El objeto de este control visual permanente era el de generar en internos un estado de autorepresión de posibles acciones violentas como así también la permanente reflexión sobre los hechos cometidos. Bentham, plasmó un modelo de vigilancia social que permitía un tipo de poder del espíritu sobre el espíritu, una especie de institución que se aplicó tanto en escuelas como hospitales, reformatorios, y fábricas. Así ya en el siglo pasado el concepto de prisión evoluciono en su nueva concepción. Foucault la denominó como una institución disciplinaria. Goffman la denomina “Institución Total”.


 


 

[4] La lobotomía cerebral es considerada un tipo de psicocirugía que consistía en la sección quirúrgica de fascículos nerviosos de un lóbulo cerebral. Práctica muy desarrollada en los estándares de la medicina de mediados del siglo XX y que inclusive se aplicaba con un picahielos y sin la menor norma de higiene y control. Se cree que en EEUU entre las décadas del 30 y los 60 se realizaron más de 50.000 de estas operaciones).

[5] Concepto ideado o atribuido a David Cooper y que se usa para designar a diferentes enfoques y doctrinas políticosociales en el área de la salud mental que tienen en común ser detractoras de la psiquiatría.

Notas 4 y 5: fuente www.wikipedia.org

[6] También se puede leer sobre este tema a Michel Foucault con sus obras célebres “Historia de la locura” y “Vigilar y Castigar”, Foucault veía en los asilos un instrumento de represión de la burguesía contra las “clases peligrosas”. Michel Foucault, Erving Goffman y otros criticaron el poder y el rol de la psiquiatría en la sociedad, incluyendo el uso de la "institución total", el "etiquetamiento" y la estigmatización. Más aún y en relación a los viejos clichés de control, Foucault nos enseña que en la institución donde se encuentran internados mantiene la rigidez de las normas con precisión. El hospital en su funcionamiento puede resultar similar a una cárcel, de hecho hay rejas, ello significa que hay una clara limitación de la libertad. Se busca mantenerlos adentro, en cuanto el interior es un lugar de protección y seguridad, mientras que el afuera podría ser un lugar de amenaza.

 

06 marzo 2022


 


 

“Threads” o la reflexividad de la sociedad posindustrial.

 

 


Cuando era niño allá a fines de los ochentas, por un descuido de mis padres pude ver una película en una vieja video-reproductora que teníamos en mi casa. El mentado film de ficción, del año 1984, se trataba de “Hilachas” (el título en español, “Threads” en inglés. Se descarga de youtube si se quiere ver).

Este film dejó profunda impresión en mí. Hay que recordar que si bien por esos años agonizaba la U.R.S.S., el mundo bipolar todavía estaba vivo o dando sus últimos estertores. Eran épocas de la “guerra fría” y en consecuencia de potenciales conflictos bélicos a escala global.

La película está filmada, como en lo que años después se pondría de moda, es decir, con el formato de documental ficcionado. En él se relata la vida de una joven pareja que debe hacer frente al embarazo de la chica. Todo ello en un contexto de lo más sombrío, pues el mundo comienza a colapsar cuando fuerzas soviéticas (los malos) invaden Irán y E.E.U.U. - junto con OTAN (los buenos)- decide responder militarmente, por lo que se inicia una escalada de violencia con armas nucleares de corto alcance.

En G.B. comienzan a tomar medidas para afrontar la situación organizando a los gobiernos locales para el aprovisionamiento de alimentos, medicamentos y grupos de socorristas. En el transcurso de los días y casi de imprevisto la sociedad comienza a tomar razón de la gravedad de los acontecimientos, pero las cartas están echadas.

Inglaterra es uno de los primeros países afectados por la guerra nuclear mundial. Así, la protagonista, deberá afrontar su embarazo en ese presente apocalíptico en donde las bombas nucleares comienzan a caer en su país.  

La película, cabe decir, es descarnada en extremo para la época de su estreno. Hay imágenes de cadáveres y gente mortalmente quemada. Por la hambruna la gente hasta come roedores. Por todos lados se ve muerte por radiación, destrucción y una desorganización y caos total casi inmediato de un gobierno que ya casi no existe más. Sólo actúan algunas milicias un tanto autónomas y sin control de un poder central que no saben a quien obedecer ni qué hacer.

El film es aleccionador al tocar todas las aristas posibles de un futuro post guerra nuclear: hambre, gente gravemente enferma y herida, clima inhóspito, vandalismo y desmoralización y desorganización social.

A diferencia de otros filmes con la misma temática en ésta, el director proyecta los posibles efectos de una guerra nuclear a escala global quince años hacia delante. En ella se puede ver el fin de la civilización como la conocemos hoy o el fin de la humanidad al perecer animales, vegetales y provocarse la esterilidad de todo lo que en un momento tuvo vida. Así se pueden ver a colonias de personas al filo de sus posibilidades físicas y mentales luchar contra la tierra yerma para poder extraer unos granos de ella.

Ese futuro, el de 1984, todavía no llegó y las posibilidades de que ello ocurra están cada vez, quizas, más lejos. Eran los miedos de una época pretérita pues en definitiva la ciencia ficción o las hipótesis de futuros posibles no hacen más que hablarnos sobre nuestro presente. En ese caso es el presente de la “guerra fría”, es decir, de los miedos de ese presente.

Esta ficción nos dice que en 1984 íbamos por mal camino, aunque si bien estábamos lejos de la crisis de los misiles en octubre de 1962, el sabor que queda en la boca es el de saborear de cerca un futuro postapocalíptico.

Posiblemente el director del film proyectaba el porvenir de ciertas características de la sociedad actual como una alarma de advertencia; en congruencia con esto podemos decir que dos años después tuvimos el desastre de “Chernobil” y el “Challenger”. Dos grandes fracasos para la humanidad.

En ese mismo año se publicaba un libro de Ulrich Beck, “Sociedad de Riesgo” en donde sienta las bases de sus ideas principales:

* Los riesgos (no los peligros) causan daños sistemáticos a irreversibles a nivel mundial;

* La lógica del reparto de los riesgos sigue el camino de la desigualdad social estructural;

* Se produce un retorno a la incertidumbre: el riesgo es impredecible y si se puede predecir no hay nada que lo pueda detener.

* Éstos se desarrollan en la sociedad industrial que es super-reflexiva y que no puede dejar de interrogarse por esos problemas que introduce la modernidad y que, como los sistemas expertos que no podemos controlar y que dominan nuestras vidas, nos generan un gran malestar interno.

Si en esos años todavía temíamos a la tercera guerra mundial o a los problemas ambientales propios de la radiación, “Threads” es un film antibelicista, un grito sin temor a la vergüenza, una hipótesis de conflicto que hoy ha quedado reservada para los libros de historia, pero que enfrenta nuevos problemas y las soluciones pasan por esos sistemas expertos que de un momento a otro pueden desquiciarse como se desquician al fracasar quienes debían evitar ese conflicto armado a escala global.

Los males del ayer evidentemente no son los de hoy. Las “viejas incertidumbres conocidas” de antaño han sido reemplazadas por las “modernas incertidumbres inciertas”. No llegó “el fin de la historia”. Ayer el enemigo tenía otro color de piel, hablaba otro idioma y tenía otra religion, hoy estos son reemplazados por quienes son idénticos a nosotros, mimetizados en nuestra sociedad, delincuentes informáticos, falsos profetas, etc. El enemigo duerme dentro de nuestra casa, está en la web cada vez que nos conectamos.  


Las hiperreflexibidad de esta modernidad nos llena de temores a lo que puede venir, no una guerra nuclear, sino un enemigo con el rostro velado. Un enemigo que ni siquiera él mismo sabe que lo es, como por ejemplo quien manipula una central nuclear, un avión o produce medicamentos o alimentos transgénicos.

A las par, y como plantea Z. Bauman en “La sociedad sitiada”, hay cada vez más una distancia entre el ver-saber-actuar. ¿Por qué? Por que el ametrallamiento de imágenes de los medios de comunicación puede coartar nuestra asimilación de verdaderos conocimientos. Y a su vez, es imposible hoy sostener con honestidad intelectual que uno ignora lo que está pasando en el resto del mundo. Así se establece el binomio entre los que hacen el mal y los testigos.

Todos somos testigos, a la par que somos menos tolerantes a los males que provocan esos malvados. Malvados que en líneas generales, antes podían provocar el mal hasta donde llegaban las balas que disparaban sus armas, pero que hoy sus acciones pueden ser a escala global.  

¿Cuáles son los miedos de nuestro presente? El sufrimiento y las miserias diarias, el sufrimiento que vemos por tv, pero que cuando nos hastía nos permite cambiar impunemente de canal. Somos cada vez más intolerantes contra los males que vemos a diario, pero no actuamos en consecuencia. El derretimiento de los hielos, los alimentos transgénicos, la trata de humanos, etc. Cuando nos cansa, cambiamos de canal. Así, literalmente hemos asesinado a la empatía.

En todo caso hablamos de la desesperanza, de la pérdida de la fe, tan terrible o devastador como un holocausto nuclear que pueden ser similares a la falta de horizontes claros.

Finaliza la película, como corresponde a los miedos de la época, con un mundo similar a la Edad Media, con una generación deformada por la radiación y totalmente degradada por las condiciones reinantes en donde ni siquiera pueden articular palabras o frases enteras, es la barbarie que se impone por fuerza de la radiación. ¿Cómo finalizaría nuestra película (peligros) actual con la violación de nuestra intimidad desde los gobiernos o las nuevas fuerzas superiores a los gobiernos nacionales?

FELIPE BOCHATAY

Hacia los orígenes de la Ciencia Ficción Latinoamericana. Un relato Inca: “El joven que subió al cielo”.

 


 

I. Introducción:

Cuando hablamos de los orígenes de la ciencia ficción latinoamericana de inmediato corremos hacia la “Declaración de Apocalipsi” de Francisco de la Cruz, de 1575, que le costó la hoguera al tener la revelación de la destrucción de la Iglesia de Roma y el surgimiento de la misma en Lima. O también nos desplazamos hasta dos siglos después buscando “Sizigias y Cuadraturas lunares…” del fraile Manuel Antonio de Rivas, redactado hacia 1773 y que también le costó un juicio ante la Santa Inquisición Mexicana o avanzamos otro siglo buscando las obras de Horacio Holmberg.


Sin embargo, Latinoamérica es una región de muchos contrastes y peculiaridades, una de ellas es que en algún momento de la historia hubo un choque de civilizaciones que determinó el fin de una por sobre otra. La historia es conocida: 1492, Cristóbal Colon, descubrimiento de América, colonización, etc.

            Antes de la colonización europea hubo una cultura indígena, con una cosmovisión propia y con una vasta tradición oral que incluye a los Incas, Aztecas y Mayas como las mayores civilizaciones en lo que hoy es América Central y Sudamérica.

            Estas culturas, casi olvidadas en el tiempo, tenían una forma oral de transmitir sus historias de generación en generación, y que fue rápidamente desplazada por la cultura europea.

            En el marco de esta situación, y en particular a partir del S. XX, hubo en toda Latinoamérica un grupo de personas que  procuraron recuperar esas historias narradas de generación en generación entre sus pueblos y volcarlas en un papel, en castellano, pero en definitiva, en un soporte que permitiera salvaguardar esas historias para el futuro.

Sin embargo el gran problema de los autores europeos o de ascendencia europea que recopilaron estas historias es que este relevamiento suele estar contaminado por una cosmovisión distinta y, por tanto, con contradicciones y sesgos. Despojarla de esos sesgos y contradicciones fue una tarea ardua.

¿Dónde ubicamos cronológicamente estas historias? Entre los Siglos XIII y la llegada de Colón a América. Esto es muy distante en cuanto a lo que estaba ocurriendo en la Edad Media o en el Renacimiento en Europa.

            Ahora bien, uno puede imaginarse que como toda cultura con un cierto grado de avance, las historias deben rondar en torno a sus dioses, lo que cultivan, sus ritos, como así también el amor no correspondido, las ciencias naturales, la astronomía y cosas por el estilo.

Eso es cierto, de hecho contaban con una rica tradición en poesía, teatro, fábulas, mitos y leyendas que los “haravicus” y los “amautas” se encargaban de transmitir.

Entonces, ¿dónde encajar la Ciencia Ficción en un relato oral previo a la llegada de Colón al “Nuevo Continente” y tan lejos del surgimiento de la CF?; sobre todo teniendo en cuenta que sin lugar a dudas se puede hablar del momento fundacional del género “Ciencia Ficción” en el “Frankenstein”, de 1818, de M. Shelley, aunque otros lo ubican recién en 1927 cuando Hugo Gernsback acuña el vocablo 'science-fiction', siendo que también es cierto que el mismo acuñara el vocablo “sciencefiction” en 1916. Todo ello muy lejano en el tiempo a la época pre-colonial.

Isaac Asimov la definió como “la rama de la literatura que trata sobre la reacción de los seres humanos a los cambios en la ciencia y la tecnología" y tanto Gernsbakc como aquel, parten de que este género debe tener un disparador tecnológico o científico plausible.

            Todo ello es cierto y por tanto acudimos a un término que ya está asentado entre los círculos literarios, el de “Proto Ciencia Ficción” como algo previo al surgimiento propiamente hablando de la CF, como una literatura situada más cercana a lo místico y religioso por sobre lo científico, en donde los textos se ubican más cerca de lo maravilloso, haciendo referencia a la magia, ángeles y demonios que por sobre la ficción especulativa propiamente dicha (donde todo tiene una explicación racional, verosímil, lógica), pero que reúnen ciertos elementos.

 

II. 1. “El joven que subió al cielo”.

Este es un relato obviamente sin conexión con la cultura europea porque es previo a la conquista y muestra una cosmovisión propia pero, yo lo leo así, con semejanzas al pensamiento europeo del S. XVII. Es una verdadera pieza de  arqueología literaria latinoamericana.

La civilización incaica priorizó el crecimiento personal y espiritual de las personas en un entorno donde el Cosmos y la naturaleza se integraban armónicamente en la vida de las personas, de los grupos y de la sociedad como un todo.


En esa cosmovisión se generaron mitos y leyendas, que más parecen relatos fantásticos de universos paralelos y de mundos perdidos.

El relato es recogido por José María Arguedas (1911-1969), que fue un escritor, además de antropólogo y etnólogo peruano. Es considerado uno de los grandes representantes de la literatura indigenista peruana introduciendo la visión interior del mundo indígena.

“El joven…” podríamos catalogarlo como uno de los primeros cuentos de ciencia ficción y fantasía de la América y que emerge en el Tawantinsuyu, durante el incario, Imperio que abarcó geográficamente lo que hoy son Bolivia, Perú, Ecuador, norte de Argentina y Chile y parte de Colombia.

Este relato está ubicado entre los Siglos XIII al XVI.

 

II.2. La trama.

            El relato trata de un muchacho quechua, hijo único, cuyos padres le encargan el cuidado de unos cultivos de papas.

            Sin embargo, el muchacho se duerme y le roban. Al regresar a su choza los padres lo retan duramente.

            Durante la segunda noche permanece en vela y solamente “pestañeó un instante”. Precisamente en ese instante en que pestañea es cuando nuevamente le roban las papas.

            Los padres lo amonestan, y en la tercera noche, ya sin ni siquiera pestañear ve como bajan de otro mundo unas jóvenes, niñas blancas, “estrellas”, con trajes translúcidos o “de plata”, dando lugar desde acá propiamente a la historia de ciencia ficción y fantasía.

            El muchacho se enamora y desea que se quede una de ellas. Esta se niega pero el muchacho se apodera de ella mientras las otras se elevan al cielo.

La alienígena que se queda por un tiempo en el lugar no acepta ser su esposa pero termina quedando recluida en la choza de la familia y al cuidado de los padres del muchacho.

            Queda embarazada pero al avanzar su estado pierde el bebé.

            Luego de un tiempo la niña estelar regresa a su mundo, casi escapando, en un momento de descuido de la familia del muchacho.

          

           El muchacho, quien había compartido con la joven extraterrestre un periodo de su vida, aproximadamente un año, habiéndose enamorado de ella, decidió desesperado buscarla.

            Pero preso de la locura por haberla perdido, y no sabiendo cómo encontrarla, deambula por la zona hasta que en lo alto de un monte se encuentra con un cóndor (un “vehículo”) con el que realiza un pacto para viajar y que la permite llegar al mundo de su doncella, en otro entorno estelar.

            Tardaron tres años en elevarse durante el cual el cóndor se come dos llamas que le reclama como paga. Al promediar el viaje el cóndor ya dio cuenta de las dos llamas y el muchacho por temor a ser dejado en el medio del espacio comienza a cortarse pedazos de su pierna y le da eso de comer a su vehículo espacial. Todo este viaje transcurre con la premisa de que no abra los ojos el muchacho, y así lo hace.

            Al llegar al nuevo entorno estelar, muy avejentados y desalineados, se bañan en aguas mágicas y rejuvenecen.

            El muchacho se reencuentra con la chica, que en principio no reconoce porque para él son todas iguales. Vive un drama amoroso, sin un final feliz dado que literalmente queda recluido durante un año, como le hiciera él a la niña en la Tierra y luego de un año esta deja de visitarlo, lo hecha, y así debe emprender el regreso sin volver a verla.

            El mismo cóndor lo regresa y al llegar sus padres están muy viejos, pese a que el viaje de retorno también dura tres años, pero así lo reciben y aceptan nuevamente.

 

II.3. Elementos ficcionales.

A lo largo de todo el relato nos vamos a encontrar con algunos tópicos propios de la ciencia ficción y que con un pequeño esfuerzo intelectual podemos descubrir: la utilización de alimentos transgénicos, el uso del control mental a distancia, las naves cósmicas, los efectos del espacio-tiempo, etc.

A saber: en un pasaje se hace referencia a que “… En esas tierras la papa crecía lozana. Sólo él poseía esa excelsa semilla…”, lo que no es otra cosa que hacer referencia a los alimentos transgénicos.

El control mental a distancia está presente cuando al joven en tres días seguidos le roban las papas del cultivo de la familia: “… Y pasaron tres noches. La primera, el joven la pasó despierto, mirando las papas, sin dormir. Sólo al rayar la aurora le venció el sueño, y se quedó dormido. Fue en ese instante en que los ladrones entraron a la chacra, y escarbaron las papas. … Estuvo vigilando el sembrado con los ojos bien abiertos. Y justo, a la medianoche, pestañeó un instante. En ese instante los ladrones ingresaron al campo. Despertó el mozo y vigiló hasta la mañana. No vio ningún ladrón. Pero al amanecer tuvo que ir a la casa de sus padres a darles cuenta del nuevo robo…”

La clonación puede estar presente en la similitud de todas las habitantes de ese entorno estelar: “… A la ceremonia han de asistir las jóvenes del cielo; son una multitud, y todas tienen el mismo rostro que tu esposa. Cuando ellas estén desfilando junto a ti, no has de dirigirle la palabra a ninguna, porque la que es tuya vendrá la última, y te dará un empujón. Entonces la asirás y por ningún motivo la soltarás…”

Hay trajes espaciales: “... En esa ráfaga de sueño que tuvo, mientras pestañeaba el mozo, una multitud de hermosísimas jóvenes, princesas y niñas blancas poblaron el sembrado. Sus rostros eran como flores, sus cabelleras brillaban como el oro; eran mujeres vestidas de plata. Todas juntas, muy de prisa, se dedicaron a escarbar las papas. Tomando la apariencia de princesas eran estrellas, que bajaron del altísimo cielo…”

Pero lo más interesante son las consecuencias espacio-temporales dejados entrever en el relato. El viaje muestra el principio de la relatividad del tiempo. La aventura del muchacho inca puede haber durado aproximadamente siete años, tres en ir, uno en el cielo y tres más para regresar. Sin embargo, el joven mantiene su edad a través de un proceso de rejuvenecimiento y sus padres se encontraban muy ancianos cuando él vuelve del otro orbe. Entonces, en el contenido del cuento aparecen elementos de la física relativista, y la tecnología inherente al relato puede ser traducida de forma simbólica: “… El Cóndor aceptó; se echó al joven sobre sus alas y emprendió el vuelo. Durante tres años estuvieron volando hacia la tierra. Y cuando llegaron, el mozo cumplió y entregó al cóndor dos llamas. … El mozo entró a su casa y encontró a sus padres muy viejos, muy viejos, cubiertos de lágrimas y de pena. El cóndor dijo a los ancianos: -He aquí que les devuelvo a vuestro hijo, sano y salvo. Ahora debéis criarlo cariñosamente…”

IV. Conclusiones.

Sin dudas la cosmovisión de los incas, rica en mitos y leyendas habla de una cultura avanzada en donde los relatos gozan de una inmensa riqueza narrativa cargados de una visión ficcional que, como en este caso, rompe con las historias que eran mera descripción de eventos religiosos o naturales, es decir, una literatura situada más cercana a lo místico y maravilloso como un hecho ficcional propiamente dicho.

Sin embargo cuando veamos las primeras obras de los autores enunciados al principio del texto vamos encontrar muchas más similitudes que las que podíamos pensar. (Continuará).

FELIPE BOCHATAY

"UNA CARTA MISTERIOSA". Felipe Bochatay.

 



Hace un tiempo, cuando los acordes de la crisis tocaban su punto más alto, recibí una carta en el buzón de mi vieja oficina en donde me dedicaba a los negocios de exportación e importación de productos provenientes del África. Dicho apartamento, de escasas comodidades, brindaba el lugar adecuado para poder celebrar el malsano hobby que ocupaba la mitad de mi tiempo laboral. Ella era mi sesión diaria de viajes espaciales a través de la lectura frenética de breves y baratas novelitas de ciencia ficción escritas a destajo por escritores que vendían sus palabras por centavos.

 Para mayor abundamiento debo decir que fue allá en el tiempo, hace ya mucho, diría que sucedió hace casi un siglo para mi cuerpo. La carta, del tamaño de las cartas ordinarias, de unas pocas hojas pringosas, no contenía ningún matasellos ni alguna inscripción que advirtiera sobre su procedencia ni sobre su contenido, sólo algunas manchas de grasa o aceite y el aspecto sucio de un sobre arrugado o ajado por manos inexpertas, por el paso del tiempo o por un cartero negligente.

Lamentablemente en esa época, como le pasaba a todo el mundo en esos años en que comenzaba la interminable depresión económica mundial y el desmoronamiento de los gobiernos democráticos de ésta orbe, estaba absorto en la búsqueda de una salida a mi acuciante situación. Las deudas arreciaban y los acreedores amenazaban ya con apersonarse en mi domicilio particular o directamente en quebrarme las piernas. La lectura de esas novelitas permitía sobrellevar ese vendaval y me alejaban del abismo del suicidio por oprobio, tanto en la vida real como en la onírica.

Nada de eso había ocurrido hasta ese momento, pero supuse en ese tiempo que dado el colapso de la economía del país, hasta los que ya no esperaban nada estaban desesperados.

 De tal manera que en definitiva el sobre durmió unos meses entre otros papeles olvidados por la urgencia. La crisis económica se trasladó a mi hogar, de tal manera que mi esposa me abandonó, junto a nuestra pequeña niña, constituyendo su nueva vida en la casa de su madre. Como la relación con mi suegra nunca fue óptima ni mucho menos, me abstuve de visitarla, así la relación se fue diluyendo con el paso de los días y ella tampoco hizo esfuerzo por recomponer la relación, fue el tiempo en que los suicidios arreciaban en la calle. El hambre y los quebrantos económicos iban unidos de la mano danzando en forma macabra con la Parca.

Al quedarme sólo mudé mi oficina a mi domicilio particular, total que mi trabajo en esos días estaba más que devaluado y poco requerido. Al organizar la mudanza con mi joven ayudante y aprendiz encontré o me encontró nuevamente el ajado sobre que en ese momento abrí como urgido por una imperiosa orden metafísica, mientras en la radio los anuncios histéricos de los cronistas hablaban de una nueva caída de la bolsa de comercio y cosas por el estilo. Era inminente la caída del gobierno por parte de un sector militar apañado por la Iglesia.

Los dedos me temblaban increíblemente y nada de mi cuerpo tenía control. Literalmente temblaba como una hoja sin saber en ese momento fehacientemente a qué atribuirlo, las hojas quemaban en mis manos haciéndome saber su queja por no haber profanado el sobre tiempo antes.

Lo que sigue a continuación es un manuscrito que de acuerdo a mis cálculos puede datar de treinta años atrás, es decir, de principios de siglo. La letra de quien escribió lo que sigue delata a través de sus cuatro escasas hojas la caída en la desesperación y locura en que progresivamente palabra a palabra va cayendo la mano autora.

Ahora y ya lejos en el tiempo, a más de veinte años de la apertura del dichoso y profético sobre y los acontecimientos extraños que estamos viviendo hace un par de días, dejo a los pocos -si es que queda alguno, luego de este frenesí que hay en las calles y que poco a poco inunda las metrópolis- lectores que puedan tener acceso la crítica sobre el vaticinio del apocalipsis que se avecina.

He aquí lo prometido:

“Es una verdad de Perogrullo que el sueño en que uno se ve perseguido o atacado por la espalda y sin poder huir es común a todas las sociedades. Lo que puede cambiar es el contexto, supongo que un indio de la polinesia no huye portando un maletín ni vestido con un fino traje y sobrero. Este tipo de sueño atañe con mayor frecuencia a estudiantes o presos. Eso ya lo habíamos descubierto en el año 189.., en el “Instituto de investigación del sueño y sus anomalías” de… (me reservo el nombre del Instituto para no perjudicar a terceras personas que podrían quedar inmersas en un serio problema de ventilarse este manuscrito, aunque dudo que alguien en el planeta otorgue un ápice de veracidad al relato que dejo).

Estos sueños reflejan normalmente el temor a la pérdida de un afecto o en las mujeres en particular el deseo de ser cortejada.

Sobre ello estábamos departiendo con el Dr. … cuando los pacientes durmientes de prueba que con nuestros recursos habíamos contratado para que precisamente duerman en nuestro Instituto y nos relaten sus sueños, comenzaron al unísono a temblar como en un estado de convulsión.

Algunos dormían por obra de una nueva droga que un colega estaba estudiando y aunque hoy esto puede ser una grave falta ética, los durmientes no sabían que eran drogados antes de caer en el sueño.

La cuestión es que esto en los escasos meses de estudio nunca había ocurrido. Ocasionalmente uno de los durmientes despertaba sobresaltado como podría hacerlo cualquier persona normal pero nunca estuvo ni en nuestras más afiebradas teorías que todos los durmientes comenzaran a vibrar y temblar como si estuvieran unidos en el mismo sueño o en todo caso una pesadilla. Lo misterioso es que los pacientes de control, es decir, los que no drogábamos para dormir también se retorcían en sus catres como poseídos por el más allá.

A los pocos segundos se tranquilizaron tan al unísono como cuando segundos antes comenzaron a temblar como posesos. El Dr. … osó esbozar una teoría pero fue descartada por nuestro becario, el Sr. … quien no dudó en filosofar en voz alta: ‘Los sueños son una experiencia poderosa, universal, todos los seres humanos dormimos, y todos soñamos…’. Al unísono fue interrumpido por el resto de los presentes que despiertos en la sala lo observaban atónitos.

Luego la noche transcurrió con absoluta normalidad respetando los períodos de sueño que los días anteriores habíamos registrado. Cuando todos despertaron no observamos nada que haga referencia a los que percibimos, a las extrañas convulsiones y movimientos uniformes. Todos volcaron sus primeros recuerdos en las planillas que siempre les dábamos para completar y luego se retiraron.

Ya solos en la insomne mañana comenzamos a debatir sin llegar a ninguna conclusión contundente. Nos retiramos sin saludarnos, tan absortos y desconcertados estábamos.

La noche siguiente tuvimos a exactamente los mismos durmientes, menos uno que fue reemplazado por un estudiante del Instituto que había sido desalojado de la pensión en que vivía por falta de pago; sería otro que esporádicamente también dormía en nuestra sala. La noche transcurrió con absoluta normalidad hasta las tres de la madrugada en que los durmientes que previamente habíamos drogado comenzaron a temblar con intervalos de tres o cuatro segundos. Los otros, a quienes habíamos administrado placebos nada hicieron más allá de los movimientos oculares de lo que llamamos estos REM.

Rápidamente comenzamos a dudar del Dr. …. quien era el que preparaba la droga. El Dr. … sólo atinó a repetir lo que ya sabíamos el resto de los presentes, la droga estaba construida a base de una potente toxina de una planta del lejano amazonas brasileño, en Sudamérica. Luego ya nada sabía ni él ni nosotros. La planta había sido obtenida de una tribu en lo profundo del Amazonas, robada casi a un brujo que había adquirido el hábito del alcoholismo europeo y que la malvendió solicitando a cambio dos o tres litros de barato whisky irlandés.

Sin dudas el origen de las convulsiones obedecía a los efectos excesivos y sorpresivos del extracto de la planta. El Dr. … lo único que sabía era que la planta elevaba a los que la consumían a un lugar etéreo dentro de los sueños, o por lo menos eso había entendido a través de su intérprete. Cuando volvió a la civilización con las plantas comenzó a sintetizar su elixir.

Las discusiones no cesaron ese día, los sueños, todos lo sabíamos en esos años, son ventanas que permiten escudriñar la psiquis al revelar donde se refugian los deseos incumplidos, aunque nuestro avasallante positivismo nos impedía ver lo que se avecinaba. Nuestra corriente de pensamiento, basada en hechos completamente demostrables y contrastables, evitó considerar que los sueños contienen un elemento premonitorio, a través del cual revelan las fuerzas del destino y la realidad que todavía no ha llegado.

Lamentablemente las convulsiones de nuestros durmientes siguieron siendo el principal obstáculo para el experimento. Y con los días nada mejoró. Así sin que mediara presión alguna el Sr. … se decidió a ofrecerse como conejo de indas. Una dosis mayor a la que veníamos probando se le inyectó mientras un ayudante de los pocos que quedan se esfuerza por contener las convulsiones del Sr. … quien muerde un madero para no tragarse su lengua o amputársela con sus propios dientes, tal el poder de sus movimientos involuntarios. Poco a poco su cuerpo entra en un mortuorio reposo y sus músculos se relajan dando lugar a una respiración entrecortada pero más liviana. De todo esto, como es de esperar, nada fue registrado dado que hubiera valido nuestra expulsión de la Universidad.

Al despertar su rostro  es el de una persona que sufrió una apoplejía. El horror fue propio y ajeno. Personal y compartido. Eso lo supimos al cotejar las tablillas con las descripciones de los pacientes durmientes que como en un examen de una escuela de niños parecen copiados de un mismo alumno.

El Sr. … manifiesta una extraña sensación que no se anima a describir pero que se manifiesta repetidamente en su mente ahora que está despierto.

Por la tarde comienza a manifestar extrañas sensaciones y visiones. No duda en querer participar nuevamente en el experimento.

Lo que sigue es un breve resumen de los hechos que sucedieron dado que el caos y el descontrol hundieron el trabajo en el paroxismo de lo irreal. En los pocos días en que se pudo seguir experimentando los sueños se tornaron al decir de los durmientes en monstruosos inclusive para el resto de los durmientes. Algunos abandonaron el proyecto antes de cobrar el magro dinero que ofrecíamos por las pruebas.

Carentes de todo apoyo de la Universidad la desesperación se apoderó de nosotros. Mi colega y yo, junto a los cinco o seis colaboradores que quedaban, decidimos inyectarnos y viajar al sueño colectivo. Debía saber qué era tan apocalíptico como para que los durmientes corrieran despavoridos de nuestras habitaciones de estudio para no volver.

Hoy pude establecer contacto. Ya lo sé todo. El fin está cerca. Las puertas del infierno se han abierto, el demonio de los sueños ha pasado a nuestra dimensión a través de nosotros y de la droga que nos ha transformado en sus puertas a esta realidad. El Dios caído y Rey de las pesadillas fue liberado nuevamente en la Tierra y todo por culpa mía y el Dr. ....

Por tal motivo acabo con mi vida en este preciso instante, que Dios me perdone y me acoja en su gloria, el fin no tardará en manifestarse tarde o temprano pues los días y las horas en los sueños transcurren a otra velocidad que en la realidad. Más temprano que tarde los jinetes del Rey llegarán. Sus planes podrán demorar en nuestra realidad para dentro de unos años, pero en los sueños ya están acá, en nuestra vida onírica. Están preparando el terreno, el mundo tal como lo conozco ya no pronto no existirá.

Dejo este manuscrito mientras pueda seguir escribiendo… Logré desfilar por una hilera de piedras suspendidas en el agua. Burbujas brotaban del agua que sin duda están putrefactas. No siento olor, pero es y lo sé, porque estoy soñando. Lo percibo, las cosas de mi alrededor están en blanco y negro, ese es un indicio muy fuerte de que estoy soñando y que no podré salir…

La caída será pronta…”

 


No sé qué quisieron decir estos chiflados, pero como si de una llave que abre una pesada puerta se tratara la lectura de estas hojas dementes, por las rendijas de mí persiana estoy viendo algo que no dan crédito mis ojos.

A mi mente llega una frase, un recuerdo, y es que cuando los guardianes perdieron el honor descendieron desde los cielos. Atacaron sin piedad ángeles alados con armas milenarias.

Gigantes de tres o cuatro metros, hermosos hasta la indecible, de alas blancas como las nubes más bellas están descendiendo de los cielos destruyendo todo a su paso. Los dementes lo adelantaron desde sus sueños, el mundo era su hogar, vuelven por él y yo lo estoy observando desde mi ventana…

FELIPE BOCHATAY

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