02 abril 2024

Los remotos orígenes de la ciencia ficción en Latinoamérica. Por Felipe Bochatay


América tiene muchas peculiaridades, una de ellas es que en algún momento de la historia hubo un choque de civilizaciones. Antes de la colonización europea hubo una cultura indígena, con una cosmovisión propia y con una vasta tradición oral, fueron entre otros los Incas, Aztecas y Mayas las civilizaciones más representativas.

    Por ello antes nos referimos a los relatos de tradición oral, y con ello conocimos el cuento EL JOVEN QUE SUBIÓ AL CIELO de la cultura inca.



Ahora toca hacer un raconto con las primeras obras de ficción que se produjeron en la América latina post descubrimiento formal en 1492. Me refiero a esas obras teñidas de religiosidad, hechas por hombres y mujeres religiosos y que a algunos le valió la hoguera o cuanto menos un largo proceso inquisitorial.

Para ubicarnos cronológicamente al hablar de proto ciencia-ficción latinoamericana debemos tener presente que estamos haciendo referencia a todas las obras previas o contemporáneas al FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO que Mary Shelley publicó en 1818. Tomo arbitrariamente esta fecha dado que algunos expertos en la materia ubican a esta obra como la fundadora de la ciencia-ficción.

Por tanto entendiendo que por proto ciencia-ficción encuadran todas las obras de ficción primitivas con algún atisbo de estilo narrativo de anticipación o ficción científica o de la ciencia de la época.

No debemos olvidar que Hugo Gernsback, fue quien acuñó el término science-fiction recién en 1926 en su revista Amazing Stories, refiriéndose al tipo de historia de que iniciaron Julio VerneH. G. Wells y Edgar Allan Poe, a un relato romántico que aúna hechos científicos y una visión profética.

Sin embargo no olvidemos que la línea entre fantasía y ciencia-ficción siempre ha sido muy difusa y delgada y como toda clasificación goza de sesgos, es subjetiva y genera controversias. En este trabajo sólo la utilizamos por cuestiones expositivas, por ello no podemos establecer etapas claramente definidas.

Por tanto, al no tener una obra fundante clara y unánime, menos podemos hacer un corte para la Proto ciencia-ficción latinoamericana. Lo que sí podemos hacer es agrupar una serie de obras que por distintos criterios o características podríamos ubicar como proto ciencia-ficción y a otras, por su estructura, sus características narrativas, etc., ubicarlas dentro de una segunda etapa, la de los principios u orígenes propiamente dicha, desde mediados del S. XIX en adelante.

Así podemos definir o clasificar tres etapas relativamente marcadas que serían:

Una primera etapa, denominada proto ciencia-ficción, que ocupa los siglos XVI a principios del S. XIX.

Una segunda etapa, denominada inicios de la ciencia-ficción, que transcurre desde mediados del S. XIX a mediados del S. XX. Esta etapa contiene dos momentos, entre mediados del S. XIX y principios del S. XX ubicamos los orígenes y de ahí en adelante y hasta mediados del S. XX la etapa de consolidación del género.

Y finalmente una tercera, la llamada edad de oro de la ciencia-ficción desde 1960 en adelante.

Estaríamos haciendo referencia a una literatura situada más cercana a lo místico y religioso por sobre lo científico: en donde los textos se ubican más cerca de lo maravilloso (haciendo referencia a la magia, ángeles y demonios, fin del mundo y surgimiento del nuevo en América, etc.) que por sobre la ficción especulativa propiamente dicha (donde todo tiene una explicación racional, verosímil, lógica), pero que reúnen ciertos elementos.

Asimismo no se puede hablar de una tradición local propiamente dicha dado que los autores siguieron en gran parte a los escritores y convenciones literarias europeas, pese a desarrollarlas en escenarios locales.

Las primeras estuvieron teñidas de misticismo religioso y las más tardías, ya hacia el S. XVIII, ya fueron más empapadas de los modismos y nuevas ciencias europeas, como por ejemplo el desarrollo del telescopio, etc.

Y acá podemos abrir un paréntesis dado que las discusiones acerca del surgimiento de la ciencia-ficción latinoamericana está teñida por algunas discusiones acerca de cómo puede hacer ciencia-ficción si no hay ciencia, tengamos en cuenta que si se acepta que el método científico caracteriza al género y se supone que este método se consolida entre fines del S. XVIII e inicios del S. XX, tendremos un marco temporal muy restringido.

Con Rivas, en 1773, se produce el divorcio del pensamiento escolástico y al uso de la fábula. Dado que en América, básicamente la cultura o el pensamiento estaba en los conventos, en los claustros conventuales en donde se escribía y leía (el resto de la sociedad no lo hacía), y esta es una diferencia con Europa en donde el pensamiento liberal por así llamarlo se encontraba en VoltaireKepler, los pensadores políticos, contractualistas, moralistas y/o filósofos que si bien recibían protección de los monarcas, iban libres de ir de reino en reino.

En América el pensamiento pasaba por la Iglesia y era la Iglesia misma la que censuraba. Como ejemplo podemos citar a sor Juana Ines de la CruzVieira, entre otros, en donde encontramos todos textos bañados por las reflexiones utópicas-filosóficas, más intimistas y relacionadas directamente con la religión, aunque en contacto con los intelectuales de Europa y sus obras.

La leyenda negra sostiene que el imperio español mantuvo en la ignorancia a sus colonias americanas, permitiendo solamente el tráfico de libros religiosos, sin embargo esto es fácilmente contrastable con los registros de libros, de todos los temas, incluso de los prohibidos por la Iglesia, que llevaban los mercaderes al Nuevo Mundo desde el siglo XVI. Por lo tanto no es casualidad que, pese a la creencia popular, los contactos entre América y Europa en materia cultural eran fluidos.

Por otro lado la proto ciencia-ficción latinoamericana no bebió exclusivamente de la tradición literaria anglosajona, sino que observa la revolución industrial y científica de la Ilustración, como así también la religión en un primer término pero como objeto de crítica.

A modo de ejemplo podemos mencionar algunas obras de esta época que denominamos proto ciencia-ficción:

En 1575. DECLARACIÓN DEL APOCALÍPSIS de Francisco de la Cruz. El género Apologético merece un artículo para sí solo, cosa que haré en breve. Acá solo podemos adelantar que la obra de Francisco de la Cruz es un texto que escribió mientras estuvo encarcelado. El tema: la caída de la Iglesia de Roma y el surgimiento de una nueva Iglesia en América.

De 1604. EL SERMÓN DE LA DESTRUCCIÓN DE LIMA de Francisco Solano.

De 1659. HISTORIA DO FUTURO: PROFETISMO MILENARISTA del jesuita Antonio Viera. Este es un libro que fue iniciado en 1649, y estaba proyectada para ocupar siete libros y tratar de 59 cuestiones. Sin embargo, nunca llegó a acabarse. De temática utópica, revive el mito sebastianino en plena Guerra de Restauración Portuguesa, poniendo en línea sucesoria de los asirios, persas, griegos y romanos en la hegemonía del mundo. Así Vieira ve a Portugal como futuro líder mundial, y pronostica la futura conversión universal de herejes e infieles. La obra fue publicada hacia 1718 y bien podría decirse que es la primera obra de ficción o ciencia-ficción escrita en portugués.

En 1680 se conoce el poema LA OCTAVA MARAVILLA de Francisco de Castro, cuya obra se encarga de celebrar el milagro de la aparición de la virgen para poner de manifiesto la grandeza de la rosa mexicana, de la virgen morena, es decir, la octava Maravilla. Puede ser que esta sea la primera obra que reconoce la belleza de la raza indígena mediante la expresión de un profundo amor hacia su protectora.

En 1685 tenemos PRIMERO SUEÑO, de Sor Juana Inés de la Cruz. Se trata de un texto filosófico que aborda el tópico del viaje del alma durante el sueño, en una estructura tripartita: el dormir, el viaje y el despertar.

En 1774 conocemos LA CALIFORNIADA, un poema de José Mariano de Iturriaga. En 1740 la Compañía de Jesús celebró el Segundo Centenario de su constitución. Para la ocasión, los superiores del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Ciudad de México encargaron al padre José Mariano de Iturriaga, conocedor de la lengua latina, componer un poema latino que se representaría en los patios del Colegio. Fiel a la política de propaganda de la Compañía, Iturriaga escoge como tema central de su poema la evangelización de la Baja California.

En 1816 se conoce DELIRIO del cubano radicado en Argentina Antonio José Valdes, quien narra la llegada a Buenos Aires de dos gigantes con poderes mágicos, al estilo del MICROMEGAS de Voltaire, que transforman la ciudad hasta volverla superior a París o Londres.

Juan Egaña produce sus OFICIOS FILOSÓFICOS Y POÉTICOS EN LA QUINTA DE LAS DELICIAS en 1829, aunque fue publicado en Londres, reúne tres escritos diferentes: los diálogos, CONVERSACIONES FILOSÓFICAS; el melodrama, AL AMOR VENCE EL DEBERY los poemas, POESÍAS FUGITIVAS. Lo novedoso es que en las CONVERSACIONES FILOSÓFICAS analiza los problemas de su tiempo usando un futuro imaginado como una crítica social al presente.

Hacia 1839, el BOSQUEJO DE LA EUROPA Y DE LA AMÉRICA EN 1900, de fray Vicente Solano. En esta obra describe que Europa será absorbida por Rusia, y América por los Estados Unidos del Norte.

Sin embargo, la obra de mayor envergadura y que por sus características se puede considerar la primera obra realmente literaria y ficcional, es la de SIZIGIAS Y CUADRATURAS LUNARES del fraile Manuel Antonio de Rivas, redactado hacia el año 1773, en lo que hoy es México y que gracias al proceso que le lleva adelante la Santa Inquisición ahora lo conocemos puesto que el único manuscrito que se conserva de la obra es un cuadernillo que se encontró glosado al expediente que le llevara adelante La Santa Inquisición en territorio americano dos años después de su creación.

Artículo originalmente publicado en: https://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op02918.htm


31 marzo 2024

Hacia los orígenes de la Ciencia Ficción en Latinoamerica (Siglos XIX y XX). Felipe Bochatay.


 

Introducción.

En la entrada anterior nos quedamos en los albores del s. XIX. Pues bien, ahora vamos a adentrarnos de pleno en el s. XIX, el siglo de las grandes revoluciones, pero antes de comenzar a desarrollar las obras que traigo, tenemos que hacer referencia acerca de la evolución histórica del subcontinente para ponernos un tanto en contexto:

En América, hacia comienzos del s. XIX y hasta el año 1825, aproximadamente, se producen las luchas de independencia con la metrópoli y, a posteriori, el sangriento proceso de organización interna que tuvo luchas internas y un largo devenir que concluyó, hacia el último cuarto del siglo XIX, con la  constitución de los Estado naciones medianamente constituidas hacia adentro, cada una con su propia realidad. Tenemos lo que en ciencia política se denomina la “Formación de los estados nacionales”. Esto vamos a ver que va a influir en los distintos procesos de creación ficcional dado que las luchas fratricidas impidieron el normal desarrollo de las artes y de la vida productiva en general.

Si recordamos en la entrada anterior habíamos hecho una separación, arbitraria, aunque más o menos aceptada por la literatura especializada y a los solos fines expositivos, en donde ubicamos:

            Una proto-Ciencia Ficción, entre los siglos XVI y XVIII.

            A posteriori los inicios de la Ciencia Ficción propiamente dicha, en donde podemos subdividirla en dos etapas, a saber, los principios, o inicios, entre Mediados del s. XIX y el año 1900, etapa que se emparenta con los tiempos europeos: desde 1818 con “Frankenstein” hasta el año 1898 con “La Guerra de los mundos” de H. G. Wells y, dentro de estos inicios, una segunda etapa de consolidación de la Ciencia Ficción como género, entre 1900 y 1940, en donde podemos marcar acá un hito, el de Borges y su prólogo a Adolfo Bioy Casares en “La invención de Morel”, en que comienza una época de Transición hacia la tercera etapa denominada “Edad de oro de la Ciencia Ficción latinoamericana”, y que se extendería hasta bien entrados los '70 del siglo pasado.

Cubrir la proliferación de autores a lo largo de toda latinoamericana es imposible, por lo que en sucesivas entregas se irán presentando a los mayores exponentes de esta época.

En resumen, con esto quiero decir que la Ciencia Ficción llegó a todos los puntos de América Latina, algunos más antes que otros, pero en todas las regiones se desarrollaron con su propia impronta.

 

Algunos de los mayores exponentes.

A mero título ejemplificador: En 1816 se publica el cuento “Delirio” de Antonio José Valdes, cubano radicado en Argentina.

En 1829 Juan Egaña publica en Londres los “Oficios filosóficos y poéticos  en la Quinta de las Delicias, una obra que reúne tres escritos, entre ellos los diálogos “Conversaciones Filosóficas” en donde analiza los problemas de su tiempo usando el futuro imaginado como una crítica social de su presente.

Del año 1839 es la obra “Bosquejos de la Europa y de la América en 1900” de Fray Vicente Solano, Teólogo, orador, polemista y escritor ecuatoriano nacido en 1791. Además de escritor ficcional, también fue un prolífico escritor en periódicos donde publico interesantes artículos relacionados con la Entomología, Botánica, Geología, Meteorología y otras ciencias naturales. En su célebre opúsculo “Bosquejo de la Europa y de la América en 1900”, opina que la Europa será absorvida por la Rusia, y la América por los Estados Unidos del Norte.

En 1861, el venezolano Juan Vicente Camacho publica “Confesión auténtica de un ahorcado resucitado” en donde un grupo de cirujanos y filósofos traen a la vida a un hombre muerto para que cuente un secreto del pasado.

En 1872 Alejandro Tapia y Rivera publica en Puerto Rico la novela: “Póstumo el transmigrado”, en donde se relata la historia de un hombre que resucitó en el cuerpo de su enemigo. Dueño de una prosa simple, humorística e ingeniosa nos presenta al personaje principal, Póstumo  y la doctrina que sustenta la historia, la metempsicosis. La muerte y la vida y el transcurrir del tiempo llevarán el hilo de la historia en la que se presenta con toda certeza el mito de la reencarnación y las leyes naturales que gobiernan ese universo desarrollado con soltura a través de la acción de la novela y de los diálogos de los personajes, sobre todo de Póstumo.

En 1875 se publica “Historia de un muerto” del cubano Francisco Calcagno, este autor hispano-cubano fue hijo de médico, y aunque él se dedicó a la literatura y el periodismo, fue siempre un materialista convencido que utilizó la imprenta para divulgar sus ideas. Nació en 1827, cuando la isla era una provincia española, y murió cuando ya era una república independiente. A raíz de la posibilidad de que Cuba terminara siendo invadida por Estados Unidos, se exilió en Barcelona, donde publicó una segunda edición en el año 1898. Esta es una extraña obra literaria donde, desde la perspectiva del cadáver, nos va contando todo el proceso de descomposición post-mortem, propio de un tanatólogo, con todo lujo de detalles: "La religión pretende decirnos á donde va el alma; la química, hasta donde puede, nos revela en su árido lenguaje lo que se hace de la materia; el asunto es digno de pluma más idónea, y por eso nos sorprende que antes no se haya tratado de vulgarizarlo...". La característica particular del texto es que combina la prosa con el verso rimado.

Asimismo, del mismo autor tenemos “En busca del eslabón. Historia de monos”, novela publicada en el año 1888, que relata una expedición muy al estilo Julio Verne, donde un grupo científicos inicia la búsqueda del famoso “eslabón perdido darwiniano”. La obra a través de sus personajes refleja los problemas raciales de la época. Lo importante de esta obra es que Calcagcano deja atrás la novela cubana el quitrín y el abanico y sale a recorrer el mundo en busca de la ciencia y del origen del hombre.

En el año 1876,  Bernardino Torres Torrente publica “El ángel del bosque”.

Desde Chile nos llega en el año 1877 la obra “Desde Jupiter”, de Francisco Millares, novela en la que un chileno viaja a Júpiter y descubre los adelantos científicos y sociales en relación a la Tierra, todo desde una perspectiva positivista.

            El afamado escritor nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) publica, hacia el año 1896, en el diario “La Nación” de Buenos Aires, Argentina, su poco conocido relato fantástico “Verónica. Declarado admirador del norteamericano E. A. Poe, “Verónica”, o “La extraña muerte de fray Pedro”, como se conocería en la publicación en Mundial Magazine de París en 1913,  se narra la vida de un fraile que, curioso e insaciable por saber, se obsesiona con la cámara fotográfica proporcionada por un misterioso ser, y trata de retratar el espíritu de Dios dado que, de acuerdo a los cánones románticos, es el religioso invadido por el espíritu demoníaco de la ciencia y la curiosidad que incurre en la herejía como culmen moralizante de sus pecados.

            El fraile ofrece desde el comienzo el aspecto físico propio del científico loco, como veremos más adelante en posterior entrega: Flaco, anguloso, nervioso, pálido, dividía sus horas del convento entre la oración, la disciplina y el laboratorio.

            Sin embargo no debemos considerar agotada la lista con este breve repaso. Dejamos para posteriores entregas las obras de los argentinos Eduardo Holmberg, Horacio Quiroga, Lugones, Juana Manuela Gorriti; el venezolano Garmendia, también Nuñez; de Ecuador a Pablo Palacio, de México a Amado Nervo, de Uruguay a Filisberto Hernandez, de Perú a Hector Velarde y Clemente Palma, de Colombia a José A. Silva y Bernardino Torres, y así podríamos seguir...

             Temáticas y sub-géneros.

            Dentro de las temáticas tratadas en esta época encontramos una explosión de ideas que abarca prácticamente todos los géneros y temáticas. Como una muestra podemos mencionar:

Dentro de las Distopías: el poema Futura”, de 1896, de José Asunción Silva. Una distopía política: “El problema” de 1899 del guatemalteco Soto Hall, una distopía ecológica: “La corriente del golfo”, cuento ucrónico de Juan Manuel Planas (1920) o “El fin de la raza” de Eduardo Herrera, de 1910.

También más adelante encontraremos Distopías Nucleares: “Lima en Picada” de Hector Velarde o “La rebelión de los átomos” de W. Llorens.

Apocalípticas: de Julio Garmendia, “La realidad circundante”, de 1927, o Felisberto Hernandez con “Acunamiento” de 1929, también “La caja fiscal en 1986”, publicada en 1886 de Acisclo Villarán.

Al poner en tela de juicio la idea de la existencia de Dios y lo trascendental, el Darwinismo hizo mella en algunos autores que se tradujeron en teorías racistas: “El porvenir de los gorilas”, de Javier Aubuet o “En busca del eslabón. Historia de monos” ya comentada. En Perú: “La última rubia”, de Clemente Palma. En Argentina caló hondo con “Viaje a través de la estirpe”, “Izur”, ambas de Leopoldo Lugones  y “El mono que asesinó”, de Horacio Quiroga.

Asimismo cuestiones relacionadas con el control de la natalidad y la reproducción  sexual, de la mano de ideas eugenesicas y del maltusianismo, surgieron  “Eugenia: Esbozo novelesco de costumbres futuras”, una novela del  escritor mexicano Eduardo Urzaiz, publicada en 1919. También encontramos “El regreso de Eva” del venezolano Federico León Madriz de 1933.

La creación de vida está presente con “El hombre artificial” de Horacio Quiroga, o con Eduardo Holmberg y quizás su obra más famosa: “Horacio Kalibang o los autómatas”, que trataré en posterior entrega.

La transculturación y el transhumanismo están también presentes dado que la representación del mundo aborigen se entrecruza con la modernidad, así tenemos “El monedero” de 1861 del mexicano Nicolás Pizarro Suarez. O “Neocentauro” o “Confidencias de un automovilista refinado” de 1929, donde se pone en evidencia la simbiosis de lo artificial con lo biológico.

Los mundos paralelos o interplanetarios también están presentes como en la afamada obraLa trama celeste” de Adolfo Bioy Casares o “Pesadilla drolática (impresiones de veinticuatro horas de fiebre)” de Carlos Bunge, de 1906.

Un caso particular es el paso del cometa Halley visitando nuestro planeta en 1910 como fenómeno en sí mismo. Este acontecimiento, que generó mucho miedo e inquietudes en todo el mundo sirvió como piedra de toque para que se produjeran algunas obras de valor en torno a este temática: “Apocaliptica” de 1883 y “El día trágico”, de 1910, ambas de Ricardo Palma. También “Febri-Morbo”, de 1898 de Enrique Albújar.

Semejanzas y diferencias con otros géneros. (¿una pura cuestión terminológica?)

Este siglo XIX que comienza con una explosión de obras y que termina con una cantidad de trabajos imposibles de documentar contienen una combinación de diferentes clasificaciones y/o definiciones que van desde la fantasía, la fanta-ciencia y el “realismo mágico”, la prima latinoamericana de la Ciencia Ficción.



El realismo mágico es un movimiento literario surgido en América Latina a mediados del siglo XX (entre las décadas del '60 y '70). En sus obras se representó lo fantástico, lo irreal y lo extraño de la manera más común y cotidiana posible. Puede catalogarse como un proceso dentro de las literaturas poscoloniales intentando conciliar la realidad de los colonizadores con la de los colonizados. Sin embargo es más que eso. El realismo mágico fue un estilo narrativo sumamente popular, de la mano de autores como Gabriel García Márquez y su “Cien años de soledad” (1967).

Características del realismo mágico

Son relatos contados con las estrategias del realismo, pero abordando anécdotas fantásticas, irreales o maravillosas, que se maneja con plena cotidianidad, sin sorprender a nadie, ni proveer explicaciones.

Sus relatos prefieren los escenarios pobres, marginales. Se utilizan mayormente descripciones sensoriales de la realidad. Abundan las rupturas de planos temporales. Ejemplos de ellos son: “La casa de los espíritus” de Isabel Allende, “Pedro Páramo”, de Juan Rulfo o “Doña Flor y sus dos maridos”, de Jorge Amado.

 Peculiaridades de la Ciencia Ficción latinoamericana:

La Ciencia Ficción latinoamericana presenta algunas peculiaridades que la identifican y caracterizan con relación a la producción de la época norteamericana o europea:

* Publicaciones de cuentos en revistas y diarios con escasa publicación en formato de libro.

* Los autores publican con otros pseudónimos o con iniciales.

* Se considera todavía una actividad menor, de evasión, algo lúdico.

* Una de las características más importante es que entre estas obras está patente la ausencia significativa de datos empíricos científicos que sustenten la trama. Esto se debe, en definitiva el desapego a la validación científica de los hechos narrados, al contexto socio-económico en el que surgen las obras, marcados por la ausencia de un desarrollo económico equiparable al de las naciones centrales.

* Algunos teóricos le atribuyen un carácter “literario” a la Ciencia Ficción latinoamericana en contraposición a la Ciencia Ficción dura norteamericana en que predomina la parte científica, esta es autoreferencial, es decir, realista, porque refiere a una sociedad particular y específica ficcional que se propone la tarea de explicar el mundo. Los latinoamericanos, en cambio, se volcaron por el lado de lo fantástico, la imaginativa e inventiva en donde la oposición entre la realidad y la ficción desaparece, porque precisamente la categoría “fantástico” es hacer literatura, pero marginal, e influenciada por E.T.A. Hoffmann, Shelley o Poe; como es el caso de Holmberg, Quiroga y Pablo Palacio.

 


Aunque América Latina no se ha caracterizado por generar una ciencia ficción dura en un sentido clásico (es decir, en el sentido en que se lo entiende en el mundo de habla inglesa), aunque la reflexión en torno a las ciencias y a la tecnología ha estado presente desde sus inicios. Si en un primer momento fueron las ciencias médicas y un fuerte biologicismo lo que dominó la reflexión en consonancia con las búsquedas filosóficas del positivismo, la llegada del s. XX marcará un abandono del racionalismo en favor de las pseudociencias en el momento en que éstas se convierten objetos de consumo de la cultura de masas al perder su basamento epistemológico y experimental, como veremos más adelante. 

Finalmente podemos decir que el máximo exponente de esta primera época que se encabalga entre los dos siglos, a la luz de los estudios literarios, fue el argentino Eduardo Holmberg. Si bien puede ser posterior a otros autores, la importancia y fama que tuvo entre sus contemporáneos fue mayúscula comparada con otros de la época. 

Continuará... 

Texto original publicado en: https://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op02943.htm


30 enero 2024

CUCARACHAS. Felipe Bochatay.

 


 


La vida en pareja suele ser, como en el mito de Sísifo, un largo y penoso peregrinar diario que, como si de una maldición se tratara, debe repetirse una y otra vez. Desconozco sobre la mitología griega, no sé si Sísifo lo hizo por toda la eternidad. En mi caso, no estoy dispuesta a tolerarlo. ¿Cómo luchar contra algo indeseable? Los cambios comienzan cuando se superan los miedos y los obstáculos, por eso hoy me vine con los chicos a lo de mamá.

Todo comenzó hace unos meses con algunos comentarios maliciosos que parecían conjurar malos augurios o aguardar el arribo de la miseria y la desesperación a mi vida. Por ejemplo, una compañera de la oficina dijo algo, que se ha perdido en las brumas del pasado, pero sé que logró hacerme sentir un ser sucio que se arrastra entre la basura.

Lo cierto es que comencé a sospechar que una tormenta, de esas negras, se estaba gestando a mí alrededor. Algo oscuro nacía, mientras me mantenía ignorante en los límites del ojo del huracán. Todos dejaron que haga el papel de la tonta.

Nuestro hogar se había llenado de malas energías. Podían captarse con solo oler el aire embotado al transponer el umbral de la puerta. Los vellos de la nuca se me erizaban, un estado de alerta latente se apoderaba de mí por algunos segundos que eran dolorosos y eternos.

La situación con mi marido ya venía mal. Desde hacía unos meses apenas nos dirigíamos la palabra y casi siempre dormíamos en camas separadas. Él, en el cuarto de los huéspedes y yo, en el nuestro. No puedo negar que aquello me generó más dolor que odio o resentimiento. Todo me recordaba a esa persona que creí, durante años, que era un ser amoroso y sensible. La persona que me acompañó durante los últimos quince años. Hoy lo pienso y no puedo creer haber dormido junto a él tanto tiempo. Supongo que fueron sus labios. Un néctar. Eso fue lo que me mantuvo ciega e incrédula, como protegida por un duro caparazón. Soy de las personas que, si no ven, no creen, y eso me suele jugar en contra. Esta situación es desesperante pues no puedo hacer nada contra mi cabeza, que juzga todo desde lo racional y tangible. Y yo creía en tantas cosas que parecían pertenecer a ese mundo racional y tangible. Quizás por eso los últimos acontecimientos parecen salidos de una pesadilla, no de mi realidad.

Él, por su parte, había tendido un manto de silencio sobre todas las cosas. Hace dos meses dejó de dirigirme la palabra, ni siquiera un “hola” o un “no”. Si bien estaba acostumbrada a esa forma de vivir, a sus prolongados silencios a la hora de la comida o cuando viajábamos en coche, la situación se había tornado absolutamente distinta. Y la noche en que tomé conocimiento de la denuncia que pesaba en su contra y la posterior demora en la Fiscalía, apenas atiné a soltar, a escupir, un “por qué” un tanto retórico.

Mi breve interrogatorio transcurrió en ese tono que da el saber que todo está perdido, que las respuestas son casi innecesarias, que se navegan los océanos de las grandes desilusiones. Él guardó silencio, agachó la cabeza y se encerró en el baño. Cuando salió, se dirigió al cuarto de huéspedes y allí se instaló. No volvió a nuestro cuarto. El beneficio de la duda había muerto en mí.

Como en una obra teatral mal montada, en ese momento comenzaron a llegar los mensajes a mi teléfono. “Al degenerado de tu marido le vamos a cortar las bolas, que atienda su celular”.

Estallé en una ira incontenible. Lo golpeé, arañé, escupí. Él se mantuvo imperturbable, duro, como el caparazón que supo contenerme y que ahora era su fortaleza. Eso me sacó de quicio, y grité más incoherencias. Él farfulló algo, pero no recuerdo qué.

Cuando alcé la mirada para volver a atacar me vi obligada a retroceder como en una película puesta en retroceso ante los ojos acechantes, cubiertos por llamas tan frías que me estremecieron. Esos ojos, poseedores de un frío de acero, pero a la vez de un fuego siniestro y desconcertante, se posaron en mí. Y sentí miedo. Un miedo que jamás había sentido correr por mí. Un miedo que caló en mis venas, mis músculos y tendones. Sentí flaquear mis piernas y convulsionar mi cuerpo. Ese, eso, no era mi marido. Con el aliento contenido, retrocedí uno y luego dos pasos, y acabé corriendo hasta mi dormitorio donde me encerré con llave. Gracias a Dios los niños estaban en la casa de mi mamá.

Con el paso de los días llegué a la conclusión de que su capacidad de abstracción era soberbia. Nunca vi nada igual. Deambulaba por el interior de nuestra casa y yo sentía que él era un ser siniestro, ajeno, lejano, vil, un desconocido a mis ojos. Él no parecía percatarse de mi presencia, lo que me resultaba sumamente irritante y, para él, una batalla ganada.

La situación comenzó a complicarse cuando surgió, un par de semanas luego de la denuncia penal, un problema doméstico que me acobardó y me superó, quizás por mi estado mental en crisis. Cucarachas. Cucarachas en la casa. Un enjambre se apoderó de cada uno de los ambientes. Sin previo aviso comenzaron a rondar de un lado para otro, llevando y trayendo su inmundicia. Tuve que hacer frente en soledad al acontecimiento, pues él, entre sus apariciones esporádicas y su mutismo, me obligó a tomar control de muchas cosas que antes le delegaba.

Dirán por qué no te fuiste en ese momento o lo echaste a patadas el mismo día que lo demoraron en la comisaría. Parece fácil. Creen que soy testaruda, ¿no? Es que son muchos años en pareja, tengo un trabajo de media jornada, mis ingresos no me permiten vivir sola y… sé que él me va a hacer la vida imposible. Hasta verme destruida no parará. Por otro lado, la rutina diaria no me dejaba pensar demasiado. En fin, soy una estúpida.

Volviendo al momento de la aparición del tema “cucarachas”, como por arte de magia, una enorme mancha de humedad hizo caer parte del cielorraso del comedor. Todavía no comprendo cómo pudo caerse el yeso del techo de un día para el otro. Pero sé que fueron ellas.

No, no estoy loca. Las cucarachas son bichos odiosos, me dan un asco indescriptible. Y más asco me da el crujido que hacen cuando las piso. Sin embargo, la satisfacción superó al asco, al acabar de a una con ellas. Seres sucios del demonio.

Por más que busqué y di vueltas la casa, no podía atinar a descubrir de dónde emergían, cuál era su guarida. Eché veneno dentro de la cámara séptica, que no tenía ni un habitante de esa especie, ni otra. No las había detrás de la alacena, ni dentro de los viejos muebles de fórmica que, sobra decir, hace años deberían estar en la calle aguardando por algún carro que se los lleve. El aserrín que contiene ese tipo de muebles suele ser un lugar propicio para ellas, pero no venían de allí. Con la llegada de la mañana parecía que el sol las espantaba, se escurrían por cualquier espacio que pudiera cobijarlas y desaparecían de este universo.

Una noche, caminando entre sueños hacia la cocina para beber un vaso de agua, pisé unas con el pie desnudo. De inmediato una sensación de bochorno y parálisis se apoderó de mi cuerpo. Se deslizaban por el pasillo que conecta los dormitorios. Mi marido, a quien escuchaba roncar desde su habitación pese a estar la puerta cerrada, nunca se percató de la invasión. Al momento de comenzar mi faena, corrieron de un lado a otro, como asustadas, tal vez lograban percibir mi odio visceral o mis ansias asesinas. Sus antenitas se movían y hasta parecía que con las patas delanteras se comunicaban en un idioma que desconozco. Quizás este último detalle se debía a mi mente adormilada y a mi desesperación fóbica.

Como ese hijo de puta seguía durmiendo pese a mis gritos, acabé sola con las mal nacidas. Todas murieron por mis pisotones. Luego me bañé, pues el asco se apoderó de mí como un escozor que subió desde las plantas de mis pies hasta las caderas y desde allí hasta los hombros, el cuello y lo más alto de mi cráneo. Al darme cuenta de la hazaña que había realizado, lloré bajo la ducha, no sé si por la rabia, la impotencia o todo junto.

Anoche volvió a ocurrir. Y exploté en un estado de ira incontenible. Fue un odio mucho más manifiesto que las noches anteriores. En vez de enfrentarme al enjambre de pestilencia, abrí la puerta del cuarto de huéspedes.

Tendido en su lecho, y en un profundo sueño, se encontraba mi marido, tan blanco como la nieve. De su boca abierta brotaban a borbotones miles y miles de cucarachas que abandonaban su cuerpo para tomar posiciones en la casa.

17 diciembre 2023

Hacia los orígenes de la Ciencia Ficción Latinoamericana. Un relato Inca. (Felipe Bochatay)

 


I. Introducción:

Cuando hablamos de los orígenes de la ciencia ficción latinoamericana de inmediato corremos hacia la “Declaración de Apocalipsi” de Francisco de la Cruz, del año 1575, que le costó la hoguera al tener la revelación de la destrucción de la Iglesia de Roma y el surgimiento de la misma en Lima. O también nos desplazamos hasta dos siglos después buscando “Sizigias y Cuadraturas lunares…” del fraile Manuel Antonio de Rivas, redactado hacia 1773 y que también le costó un juicio ante la Santa Inquisición Mexicana.

Sin embargo, Latinoamérica es una región de muchos contrastes y peculiaridades, una de ellas es que en algún momento de la historia hubo un choque de civilizaciones que determinó el fin de una por sobre otra. La historia es conocida: 1492, Cristóbal Colon, descubrimiento de América, colonización, etc.

           Antes de la colonización europea hubo una cultura indígena, con una cosmovisión propia y con una vasta tradición oral que incluye a los Incas, Aztecas y Mayas como las mayores en lo que hoy es América Central y Sudamérica.

        Estas culturas, casi olvidadas en el tiempo, tenían una forma oral de transmitir sus historias de generación en generación, y que fue rápidamente desplazada por la cultura europea.

            En el marco de esta situación hubo en toda Latinoamérica un grupo de personas que, a lo largo del tiempo, procuraron recuperar esas historias narradas de generación en generación entre sus pueblos y volcarlas en un papel, en castellano, pero en definitiva, en un soporte que permitiera salvaguardar esas historias para el futuro.

Sin embargo el gran problema de los autores europeos o de ascendencia europea que recopilaron estas historias es que este relevamiento suele estar contaminado por una cosmovisión distinta y, por tanto, con contradicciones y sesgos.

¿Dónde ubicamos cronológicamente estas historias? Entre los Siglos XIII y la llegada de Colón. Esto es muy distante en cuanto a lo que estaba ocurriendo en la Edad Media o en el Renacimiento en Europa.

            Ahora bien, uno puede imaginarse que como toda cultura con un cierto grado de avance, las historias deben rondar en torno a sus dioses, lo que cultivan, sus ritos, como así también el amor no correspondido, las ciencias naturales, la astronomía y cosas por el estilo.

Eso es cierto, de hecho contaban con una rica tradición en poesía, teatro, fábulas, mitos y leyendas que los “haravicus” y los “amautas” se encargaban de transmitir.

Entonces, ¿dónde encajar la Ciencia Ficción en un relato oral previo a la llegada de Colón al “Nuevo Continente”?,  y tan lejos del surgimiento de la CF; sobre todo teniendo en cuenta que sin lugar a dudas se puede hablar del momento fundacional del género “Ciencia Ficción” en el “Frankenstein”, de 1818, de M. Shelley, aunque otros lo ubican recién en 1927 cuando Hugo Gernsback acuña el vocablo 'science-fiction', siendo que también es cierto que el mismo acuñara el vocablo “sciencefiction” en 1916.

Isaac Asimov la definió como “la rama de la literatura que trata sobre la reacción de los seres humanos a los cambios en la ciencia y la tecnología" y tanto Gernsbakc como aquel, parten de que este género debe tener un disparador tecnológico o científico plausible.

            Todo ello es cierto y por tanto acudimos a un término que ya está asentado entre los círculos literarios, el de “Proto Ciencia Ficción” como algo previo al surgimiento propiamente hablando de la CF, como una literatura situada más cercana a lo místico y religioso por sobre lo científico, en donde los textos se ubican más cerca de lo maravilloso, haciendo referencia a la magia, ángeles y demonios que por sobre la ficción especulativa propiamente dicha (donde todo tiene una explicación racional, verosímil, lógica), pero que reúnen ciertos elementos.

 

         II. 1. “El joven que subió al cielo”.

Este es un relato obviamente sin conexión con la cultura europea porque es previo a la conquista y muestra una cosmovisión propia pero, yo lo leo así, con semejanzas al pensamiento europeo del S. XVII. Es una verdadera pieza de  arqueología literaria latinoamericana.

La civilización incaica priorizó el crecimiento personal y espiritual de las personas en un entorno donde el Cosmos y la naturaleza se integraban armónicamente en la vida de las personas, de los grupos y de la sociedad como un todo.

En esa cosmovisión se generaron mitos y leyendas, que más parecen relatos fantásticos de universos paralelos y de mundos perdidos.

El relato es recogido por José María Arguedas (1911-1969), que fue un escritor, además de antropólogo y etnólogo peruano. Es considerado uno de los grandes representantes de la literatura indigenista peruana introduciendo la visión interior del mundo indígena.

“El joven…” podríamos catalogarlo como uno de los primeros cuentos de ciencia ficción y fantasía de la América y que emerge en el Tawantinsuyu, durante el incario, Imperio que abarcó geográficamente lo que hoy son Bolivia, Perú, Ecuador, norte de Argentina y Chile y parte de Colombia.

Este relato está ubicado entre los Siglos XIII al XVI.


 II.2. La trama:

            El relato trata de un muchacho quechua, hijo único, cuyos padres le encargan el cuidado de unos cultivos de papas.

            Sin embargo, el muchacho se duerme y le roban. Al regresar a su choza los padres lo retan duramente.

            Durante la segunda noche permanece en vela y solamente “pestañeó un instante”. Precisamente en ese instante en que pestañea es cuando nuevamente le roban las papas.

            Los padres lo amonestan, y en la tercera noche, ya sin ni siquiera pestañear ve como bajan de otro mundo unas jóvenes, niñas blancas, “estrellas”, con trajes translúcidos o “de plata”, dando lugar desde acá propiamente a la historia de ciencia ficción y fantasía.

            El muchacho se enamora y desea que se quede una de ellas. Esta se niega pero el muchacho se apodera de ella mientras las otras se elevan al cielo.

La alienígena que se queda por un tiempo en el lugar no acepta ser su esposa pero termina quedando recluida en la choza de la familia y al cuidado de los padres del muchacho.

            Queda embarazada pero al avanzar su estado pierde el bebé.

            Luego de un tiempo la niña estelar regresa a su mundo, casi escapando, en un momento de descuido de la familia del muchacho.

            El muchacho, quien había compartido con la joven extraterrestre un periodo de su vida, aproximadamente un año, habiéndose enamorado de ella, decidió desesperado buscarla.

            Pero preso de la locura por haberla perdido, y no sabiendo cómo encontrarla, deambula por la zona hasta que en lo alto de un monte se encuentra con un cóndor (un “vehículo”) con el que realiza un pacto para viajar y que la permite llegar al mundo de su doncella, en otro entorno estelar.

            Tardaron tres años en elevarse durante el cual el cóndor se come dos llamas que le reclama como paga. Al promediar el viaje el cóndor ya dio cuenta de las dos llamas y el muchacho por temor a ser dejado en el medio del espacio comienza a cortarse pedazos de su pierna y le da eso de comer a su vehículo espacial. Todo este viaje transcurre con la premisa de que no abra los ojos el muchacho, y así lo hace.

            Al llegar al nuevo entorno estelar, muy avejentados y desalineados, se bañan en aguas mágicas y rejuvenecen.

            El muchacho se reencuentra con la chica, que en principio no reconoce porque para él son todas iguales. Vive un drama amoroso, sin un final feliz dado que literalmente queda recluido durante un año, como le hiciera él a la niña en la Tierra y luego de un año esta deja de visitarlo, lo hecha, y así debe emprender el regreso sin volver a verla.

            El mismo cóndor lo regresa y al llegar sus padres están muy viejos, pese a que el viaje de retorno también dura tres años, pero así lo reciben y aceptan nuevamente.

     

         II.3. Elementos ficcionales.

A lo largo de todo el relato nos vamos a encontrar con algunos tópicos propios de la ciencia ficción y que con un pequeño esfuerzo intelectual podemos descubrir: la utilización de alimentos transgénicos, el uso del control mental a distancia, las naves cósmicas, los efectos del espacio-tiempo, etc.

A saber: en un pasaje se hace referencia a que “… En esas tierras la papa crecía lozana. Sólo él poseía esa excelsa semilla…”, lo que no es otra cosa que hacer referencia a los alimentos transgénicos.

El control mental a distancia está presente cuando al joven en tres días seguidos le roban las papas del cultivo de la familia: “… Y pasaron tres noches. La primera, el joven la pasó despierto, mirando las papas, sin dormir. Sólo al rayar la aurora le venció el sueño, y se quedó dormido. Fue en ese instante en que los ladrones entraron a la chácra, y escarbaron las papas. … Estuvo vigilando el sembrado con los ojos bien abiertos. Y justo, a la medianoche, pestañeó un instante. En ese instante los ladrones ingresaron al campo. Despertó el mozo y vigiló hasta la mañana. No vio ningún ladrón. Pero al amanecer tuvo que ir a la casa de sus padres a darles cuenta del nuevo robo…”

La clonación puede estar presente en la similitud de todas las habitantes de ese entorno estelar: “… A la ceremonia han de asistir las jóvenes del cielo; son una multitud, y todas tienen el mismo rostro que tu esposa. Cuando ellas estén desfilando junto a ti, no has de dirigirle la palabra a ninguna, porque la que es tuya vendrá la última, y te dará un empujón. Entonces la asirás y por ningún motivo la soltarás…”

Hay trajes espaciales: “... En esa ráfaga de sueño que tuvo, mientras pestañeaba el mozo, una multitud de hermosísimas jóvenes, princesas y niñas blancas poblaron el sembrado. Sus rostros eran como flores, sus cabelleras brillaban como el oro; eran mujeres vestidas de plata. Todas juntas, muy de prisa, se dedicaron a escarbar las papas. Tomando la apariencia de princesas eran estrellas, que bajaron del altísimo cielo…”

Pero lo más interesante son las consecuencias espacio-temporales dejados entrever en el relato. El viaje muestra el principio de la relatividad del tiempo. La aventura del muchacho inca puede haber durado aproximadamente siete años, tres en ir, uno en el cielo y tres más para regresar. Sin embargo, el joven mantiene su edad a través de un proceso de rejuvenecimiento y sus padres se encontraban muy ancianos cuando él vuelve del otro orbe. Entonces, en el contenido del cuento aparecen elementos de la física relativista, y la tecnología inherente al relato puede ser traducida de forma simbólica: “… El Cóndor aceptó; se echó al joven sobre sus alas y emprendió el vuelo. Durante tres años estuvieron volando hacia la tierra. Y cuando llegaron, el mozo cumplió y entregó al cóndor dos llamas. … El mozo entró a su casa y encontró a sus padres muy viejos, muy viejos, cubiertos de lágrimas y de pena. El cóndor dijo a los ancianos: -He aquí que les devuelvo a vuestro hijo, sano y salvo. Ahora debéis criarlo cariñosamente…”

IV. Conclusiones.

Sin dudas la cosmovisión de los incas, rica en mitos y leyendas habla de una cultura avanzada en donde los relatos, en este mundo de transmisión oral, están cargados de una visión ficcional que, como en este caso, rompe con las historias que eran mera descripción de eventos religiosos o naturales, es decir, una literatura situada más cercana a lo Místico y religioso por sobre lo científico: en donde los textos se ubican más cerca de lo maravilloso (haciendo referencia a la magia, ángeles y demonios, fin del mundo y surgimiento del nuevo en América, etc.) que por sobre la ficción especulativa propiamente dicha (donde todo tiene una explicación racional, verosímil, lógica), pero que reúnen ciertos elementos.

Publicado originalmente en: https://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op02900.htm

El tema del doble en los orígenes de la literatura fantástica latinoamericana. Felipe Bochatay.

 






           
No se puede buscar el “yo” por la mañana, hay que esperar a la noche,

a la hora en que salen los fantasmas.

 

            Un tema al que los escritores han recurrido en reiteradas oportunidades en los albores de la ciencia ficción latinoamericana ha sido el abordaje del tema del doble en cuanto tal.

            En todo el subcontinente los escritores se han despachado con diferentes abordajes sobre esta temática. Desde la figura sombría que devuelve el espejo o la sombra que cobra vida, pasando por la figura real que roba una identidad, el alter ego que cobra vida, o la idea del sueño como entorno en el que nuestro doble puede presentarse, hasta la posibilidad de que la teoría de las cuerdas sea cierta y que hay tantos universos paralelos con tanta gente como nosotros, por ejemplo escribiendo este artículo con una ínfima diferencia, o no.

            Referencias en la literatura universal hay por doquier, con mencionar la primera que viene a la mente cuando se habla de esto es la novela de Robert L. Stevenson: “El extraño caso del Dr. Jekyll y el señor Hyde”, obra publicada en 1886, en la que ese extraño personaje para la moderna psiquiatría se diagnosticaría como un trastorno disociativo de la identidad.

 

            El doble y la única mujer

            Pablo Palacio, este abogado y escritor ecuatoriano, que vivió en la primera mitad del siglo XX, siempre tuvo presente en su obra las preocupaciones relativas a la vida urbana y el sufrimiento interior del ser humano. En 1927 publica este cuento, en una colección titulada La doble y única mujer.

            En él una mujer relata su particular historia en la que se describe como un ser con dos cuerpos, a los que los denomina yo primera y yo segunda, cada uno con deseos y necesidades independientes y que pese a ello son una comunidad con un solo alma.

            Así encontramos en este relato el tema de la dualidad del ser, y el conflicto del ser, con una fórmula que permite sortear la suspensión de la credulidad a medida que avanza la historia de la vida de esta mujer.

 

            El difunto y yo.

            El venezolano Julio Garmendia publica en 1927 su primer y más a famado libro de cuentos La tienda de muñecos. En este relato, de tipo inverosímil, el genial vanguardista venezolano nos adentra en el tema del desdoblamiento del ser o el dominio del alter ego.

            En El difunto y yo vamos a ver al personaje principal, Andrés Erre, que ha extraviado a su doble. Su esposa lo descubre buscándolo y él afirma que solo busca su sombrero. Al salir a la calle sufre una serie de peripecias que sin dudas han sido causadas por su doble, su alter ego, con las consecuencias esperables. En definitiva, al verse desplazado por su doble termina suicidándose pues nadie puede darse cuenta del robo de la identidad.

            Esto es así pues el Sr. Erre, que casualidad que tenga un apellido palíndromo, tiene dos caras como en la novela de Stevenson. Y es que Andrés Erre posee una doble personalidad, por un lado es una persona respetable, que cumple con la ley y de una conducta intachable, que vive ajustado a los valores tradicionales y por el otro lado su alter ego, que es en cierto sentido un ser anómico, un inconformista que se aprovecha de las circunstancias.

            En este relato su alter ego irá ocupando cada vez más espacios en la vida de su otro yo, a quien acaba desplazando y expulsando en definitiva de la vida. Triunfa así el lado con mayor capacidad para adaptarse a los cambios en detrimento del lado que respeta las leyes y las buenas costumbres en lo que sería también una dura crítica social de la época desde la perspectiva del género fantástico en un mundo muy parecido al nuestro, con reglas y leyes racionales pero que tiene algo que no cuaja para nuestra cotidianidad.

 

            Las ruinas circulares

            El tema del doble y la identidad en la literatura de Borges es abundante y rica en recursos. Es famoso por su trabajo relacionado con los sueños y los espejos, abordando la temática tanto desde la prosa como desde la poesía.

            En Borges y yo el autor termina confundido al no saber quién es el que escribe las páginas, a quién le ocurren las cosas, quién es el que se lleva los laureles. Por su parte en El otro, Borges se encuentra con un segundo yo más joven y lo anómalo en un sueño no del todo riguroso.

            También se acerca desde El Golem, en donde se da el desdoblamiento del yo para encontrarse asimismo.

El miedo a los espejos se presenta en Borges a temprana edad ya que desde niño vivió atormentado por las pesadillas que lo asolaban, en particular con los espejos. De hecho sentía pavor por un viejo espejo que había en su casa.

Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de hombres”, dice Borges a través de un relato. Es que sentía temor de que el reflejo del espejo no se correspondiera con exactitud a él.

En Las ruinas circulares Borges describe un universo extraño, por fuera del mundo real y precisamente por ello podemos decir que es un cuento fantástico. El relato se centra en un evento que ya ocurrió, está relatando el pasado, un pasado asombroso en el que el personaje se siente extraño. La culpa la tiene la filosofía de Berkeley pues el autor toma de aquel la idea de subordinar la realidad a la idea. De ahí que para el idealismo las cosas no son sino más que nuestros pensamientos.

Así veremos a un hombre, un mago, que llega a un lugar, las ruinas circulares, con la idea de soñar un hombre. Fracasa, pero luego de otros intentos lo logra al pactar con un Dios, el Dios del Fuego. Logra animar a su muñeco soñado al que envía a otras ruinas circulares que hay río abajo.

Sin embargo ese doble no es otro que su hijo pero que es un fantasma, un mero simulacro. Así el mago, el soñador acaba descubriendo que también es un sueño de otro hombre, un sueño tras otro en un eterno retorno, en un círculo que no termina de dar vueltas. Volverá a la idea en un poema:

 

“Dios mueve al jugador y este, la pieza.

¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

de polvo y tiempo y sueño y agonías?”

 

La trama celeste

Finalmente llegamos al tema del doble en un relato extraordinario de  ciencia ficción. Me refiero a La trama celeste de Adolfo Bioy Casares (1914-1999), ese exquisito escritor argentino que durante un tiempo vivió a la sombra de Borges pero que supo ganarse su lugar en la literatura de ciencia ficción aunque él nunca reconozca a su obra, o parte de ella, como de ciencia ficción.


La trama celeste es un libro de cuentos publicado en Argentina en 1948, contiene seis cuentos entre los que se encuentra el que le da título al libro. Como ya dije en otra oportunidad, en este cuento, que inobjetablemente es una obra de ciencia ficción, el tema del espacio y el tiempo son tratados de una manera muy particular, desarrollando la idea de que existen infinitos mundos paralelos que se tocan unos a otros por ¿cuerdas? En estos mundos las variaciones espacio-temporales son tan ligeras que sólo un lector muy atento podrá admirar la construcción de este universo por Bioy Casares. Ello lleva a pensar que esos universos deben ser, y de hecho lo son, infinitos.

Una de las características más importantes en Bioy Casares es que casi todas sus historias tienen como antecedente o universo contenedor alguna idea filosófica o científica que la justifique. En este caso recurre a Louis-Auguste Blanqui y su obra La eternidad a través de los astros, de 1872, de donde se nutre, para poblar este cuento de mundos paralelos, de los personajes dobles y triples y del espacio que se curva y se toca con otros espacios.

La historia comienza con un breve epígrafe a título de presentación de la historia. Esta, titulada “LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN MORRIS” es escrita en primera persona por quien en verdad no es el personaje principal, sino por Carlos Alberto Servian, quien relata la historia de un soldado argentino, Ireneo Morris, piloto de pruebas de aviones. Este sufre un accidente en una de esas pruebas y queda herido. Cuando despierta es interrogado por sus propios pares, que no lo reconocen. Los militares argentinos piensan que es un espía, por lo que queda detenido.

En esta circunstancia entra en escena una enfermera (debe tenerse en cuenta que las mujeres siempre fueron personajes fuertes en su obra) que lo ayudará a escapar de su detención pese al peligro que ello implica para la enfermera.

En definitiva Bioy Casares nos presenta tres mundos en donde las diferencias son mínimas, muy sutiles, y en las que Ireneo Morris deberá con un sentido casi detectivesco ir descubriendo esas sutiles diferencias para salir airoso de lo que considera una broma del destino.

Finalmente sabremos que el narrador es un compañero de aventuras de Ireneo Morris que lo acompaña viajando entre los diferentes universos paralelos a la vez que otros casi idénticos Ireneo Morris se entrecruzan en diferentes aventuras.

En cada uno de los mundos los personajes son idénticos pero a poco que se investigue se observan sutiles diferencias de carácter, por lo que el tema del doble, tan trabajado en la literatura también acá se ve reflejado. A saber: los mundos sufren sutiles diferencias, vr. gr., en uno de los mundos Cartago no fue destruida por los romanos, por lo que la cultura cartaginesa está presente en ese universo del s. xx, por ejemplo en las calles o en los nombres de las personas.

Es que al duplicarse los planetas sobre el universo, también lo hacen todas las cosas y seres que viven allí. Blanqui distingue dos tipos de dobles, el que es exactamente igual y el que no, es el que tiene variantes, muy ligeras en este cuento, que son los que le dan riqueza al relato.

Las diferencias más sutiles pero no por ello menos importantes están en las personalidades de los actores de esta trama. Algunos en un mundo son bondadosos y en otro son egoístas. En uno se está enfermo y en el otro no. En otro caso un personaje aparece en la trama pero en otro no. En definitiva, según Blanqui, las múltiples variantes, como si de una compleja partida de ajedrez se tratara, se da con las conductas de los hombres, sus acciones desencadenan tantas posibilidades como mundos hay.

Sutilmente con ello Adolfo Bioy Casares nos trae la tranquilidad existencialista de que no estaríamos confinados a vivir una eternidad de repeticiones sino que esas sutiles diferencias nos pueden hacer vivir infinitas aventuras en una cuasi eternidad física.



El final es muy bello y revelador:

La explicación es evidente: En varios mundos casi iguales, varios capitanes Morris salieron un día (aquí el 23 de junio) a probar aeroplanos. Nuestro Morris se fugó al Uruguay o al Brasil. Otro, que salió de otro Buenos Aires, hizo unos «pases» con su aeroplano y se encontró en el Buenos Aires de otro mundo (donde no existía Gales y donde existía Cartago; donde espera Idibal). Ese Ireneo Morris subió después en el Dewotine, volvió a hacer los «pases», y cayó en este Buenos Aires. Como era idéntico al otro Morris, hasta sus compañeros lo confundieron. Pero no era el mismo. El nuestro (el que está en el Brasil) remontó vuelo, el 23 de junio, con el Breguet 304; el otro sabía perfectamente que había probado el Breguet 309. Después, con el doctor Servian de acompañante intenta los pases de nuevo y desaparece. Quizá lleguen a otro mundo; es menos probable que encuentren a la sobrina de Servian y a la cartaginesa. …”

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