02 enero 2023

Frankenstein, o el moderno Prometeo

 




“El sueño en el cual me sumí me recuperó; y, al despertar, sentí de nuevo como si perteneciera a una raza de seres humanos como yo” (Mary Shelley).

 

            En Europa el año de 1816 fue recordado como el “año sin verano”. Se debió a que el Volcán Tambora, en Indonesia, entró en erupción hacia el 10 de abril de 1815, matando a 60.000 personas y generando efectos devastadores en el clima, en particular para Europa, en donde se dio un descenso brusco de la temperatura promedio. Esto se debió a las grandes cantidades de dióxido de azufre que emitió hacia la atmósfera provocando la reducción del calor solar que llegaba a la superficie de la tierra.

            Mientras esto sucedía, en una mansión, más precisamente la mansión de Villa Diodati, en Coligny, Suiza, un grupo de aburridos intelectuales se reunían a pasar una temporada de descanso. Entre ellos estaban Lord Byron, su asistente John Polidori, un tal Shelley y dos medias hermanas, una de ellas llamada Mary.

            Tal vez esta falta de sol, o quizás el aburrimiento, la oscuridad temprana, sumada al consumo de láudano, los haya motivado escribir y contarse historias para matar el tiempo empujados por uno de los veraneantes, el famoso Lord Byron.

            Ya conocidos por todos es la historia, Mary Goldwin, luego Shelley, amante en ese momento de Percy Shelley y presa de una pesadilla recurrente, ideó el cuento “Frankenstein” que dos años después se estiraría hasta convertirse en novela. Cabe mencionar que Mary contaba con 18 años al momento de idear el Frankenstein.

            La historia de Shelley se centra en el clásico científico que experimenta, en este caso con el “galvanismo”, pseudociencia de moda, y el jugar a ser Dios. El resto es materia conocida. En 1818 se publica como una novela, y luego, hacia 1831, Mary Shelley reescribe parte de la obra quedando tal como la conocemos ahora: “Frankenstein o el moderno Prometeo”.




            Esa obra, la novela publicada un 1° de enero de 1818, es considerada por muchos como la primera obra de ciencia ficción, como la que da origen al género. Y si bien para otros la ciencia ficción como género surge un siglo después con Hugo Gernsback, escritor que daría nombre a los premios “Hugo” y su “science-fiction” en su revista “Amazing Stories” de 1926, lo cierto es que para el imaginario popular hablar de Frankenstein remite tanto al científico loco que crea un monstruo (valga la acotación que lo del monstruo es por una obra de teatro ya entrado el siglo XX, que se basa en la novela), y por añadidura, a una creación en la que se toman partes distintas y se ensamblan dando como resultado otra cosa nueva creada de ese rejunte y que no siempre es de lo mejor.




            Quizás esta obra la convirtió en una de las escritoras más leídas en toda la historia de la literatura planteando nada menos que temas tan diversos y urticantes como la moral y Dios, la ética científica y los límites de la moral desde un punto de vista filosófico.

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