22 agosto 2024

Recordando a Ray Bradbury. Por Felipe Bochatay.


Ray Bradbury fue un escritor estadounidense nacido un 22 de agosto de 1920 y fallecido un 5 de junio de 2012. Fue principalmente reconocido por su obra de ciencia ficción que incluye obras como Crónicas Marcianas de 1950 o Fahrenheit 451, de 1953, obra que lo catapulta a la fama. 

De una capacidad literaria pulida y fina, su obra se caracteriza por ese toque literario que quizás en otros autores de esa generación dorada de la CF le faltó.

De nada sirve ponerse a recordar en una extensa biografía la vida y obra del gran Ray Bradbury. Más o menos todos la conocemos. Lo mejor será recurrir a recordar una de las obras que he leído y que me marcó: Fahrenheit 451.

Obra publicada en 1953, hace referencia a la temperatura en que el papel arde por el fuego. Esta es una obra maestra de la ciencia ficción distópica. En mi caso Fahrenheit marcó mi juventud como una de las primeras aproximaciones a la literatura de ciencia ficción y distópica en particular.

Más allá de la historia que se cuenta es esta una obra que aborda la importancia del pensamiento crítico, la libertad de pensamiento y en definitiva la preservación del conocimiento, como podemos apreciar al final de la novela.

Trama: En un futuro aparentemente bastante cercano la tenencia y obviamente la lectura de libros estaba absolutamente prohibida. Un cuerpo policial se dedica al control como si de una plaga se tratara. 

Son de hecho los bomberos quienes se dedican a incendiar, a pegar fuego, a los libros que van encontrando por ahí. 

A eso se dedica el personajes principal, Montag, quien con su brigada de bomberos tiene como misión la de quemar los libros prohibidos pues leer, y por consiguiente pensar, estaba prohibido en una sociedad anestesiada por las drogas y la televisión.

Sin embargo Montag comienza a tener dudas de su profesión. Roba un libro que debe ser entregado a las llamas y todo comienza a complicarse.

Dijo Bradbury: “No trato de describir el futuro. Trato de prevenirlo”.


20 agosto 2024

Recordando a Honoré de Balzac y su Piel de zapa. Por Felipe Bochatay.


        Honoré de Balzac  (Tours, 20 de mayo de 1799 - París, 18 de agosto de 1850) fue un novelista y dramaturgo francés, representante de la llamada novela realista del siglo xix.

        Nadie mejor que él supo prestar una aguda observación de la sociedad del s. XIX en París. La comedia humana fue un proyecto inconcluso de varias novelas cuyo objetivo era describir de forma exhaustiva, y sin filtros, la sociedad francesa postnapoleónica de su tiempo.

        Entre sus obras más importantes encontramos Eugenia Grandent, de 1833; Papá Goriot, de 1835; La mujer de treinta años, de 1842.

            Fue uno de los fundadores del realismo en la literatura europea. Esta obra marcaría el fin de época de la corriente romántica para dar lugar a una nueva corriente que dominaría la segunda mitad del s. xix, el realismo. Esta corriente tuvo la capacidad para describir las peores bajezas pero también las más altas virtudes de la sociedad de su tiempo.

            Por otro lado, no menos importante, es la locación de sus novelas generalmente ambientadas en la ciudad de París, haciendo de ella un personaje principal más que un telón de fondo en el que se mueven los personajes, como por ejemplo la que sería su primer gran éxito literario, La piel de zapa, es la obra que mencionamos para recordarlo en el 174 aniversario de su fallecimiento.  

La peau de chagrín es un juego de palabras puesto que el vocablo chagrín hace referencia a una especie de cuero que se utiliza para la encuadernación de libros pero que también pude significar pena o tristeza. Por tanto bien puede traducirse esta obra como La piel del dolor.

            Esta es una novela de carácter fantástico que fue recibida con elogios de la crítica literaria y del público. De hecho fue un éxito inmediato, lo que le valió ser requerido por los editores para posteriores trabajos. De esta forma, también elogiado por Goethe, pudo ingresar de inmediato a los círculos intelectuales de Francia.

            La piel de zapa es una novela escrita y publicada en 1831. La trama sigue la vida de Raphael de Valentin, un joven ambicioso y pobre que vive en París. Un dato de color es que los personajes de una de sus novelas anteriores aparecen en esta.

         La historia, que no deja de ser fantástica y horrorosa a la vez, comienza con el personaje principal, Raphael, quien arruinado económicamente deambula por las calles de París esperando la nocturnidad para suicidarse arrojándose al Sena. En esas circunstancias es cuando en una tienda de antiguedades se topa con una extraña piel de zapa y donde el vendedor le advierte que la piel tiene el poder de conceder deseos, pero que cada vez que se cumple uno la piel se encoge y la vida del dueño se acorta.

            La historia, que tiene varios elementos autobiográficos, continúa con Raphael comprando la piel y empezando a hacer ciertos sus deseos. De esta forma logra una gran fortuna y éxito social. Sin embargo pronto se dará cuenta que la piel en verdad comienza a encogerse y que con ello se le va la vida.

             Al final Raphael cae en la cuenta de que la verdadera felicidad no proviene de los deseos cumplidos sino de las relaciones humanas y la vida en sí misma.

            Sin dudas la novela explora temas como la codicia, la ambición, el destino de los hombres por su capacidad autodestructiva, y la búsqueda de la felicidad, o peor, las pasiones, temas propios de ese realismo del s. XIX que tan bien es desmenuzado en sus novelas. Y, como si eso fuera poco, con un telón de fondo acorde a la obra, la ciudad de París.


19 agosto 2024

Se viene un relato...


 

Recordando a Brian Aldiss. Felipe Bochatay.

 

-Así es la vida, como siempre se dice al hablar de la muerte (Barbagris).

 

Brian Wilson Aldiss fue un escritor, editor, y crítico literario británico, reconocido como una de las figuras más influyentes en la ciencia ficción del siglo XX. Nació el 18 de agosto de 1925 en East Dereham, Norfolk, Inglaterra, y falleció el 19 de agosto de 2017 en Oxford, Inglaterra.


Aldiss fue ampliamente conocido por su prolífica carrera literaria, que abarcó más de seis décadas, y por sus contribuciones tanto a la ciencia ficción como a la literatura en general.

            De un estilo tal vez por demás literario para los paladares de la ciencia ficción supo granjearse un espacio en los años '60 y '70 del siglo pasado con una obra literaria extensa y potente. Podemos mencionar Invernáculo, Heliconia, o La otra isla del Dr. Moreau.

             Barbagris.

            La novela, escrita en 1964, es fiel representante del género distópico de la época. Quizás no tan conocido como Ballard o el estadounidense Tomas Disch, ha sabido abordar los miedos y temores de una época en que el desastre nuclear estaba a la vuelta de la esquina.

            En este caso, un problema de mala gestión de las armas nucleares, nuevamente las consecuencias no deseadas del manejo de las tecnologías, hace estragos en la humanidad provocando la esterilización de toda la raza humana.


            Con ello comienza el lento declinar de la civilización, como bien puede preverse. En este contexto        el protagonista,
Algernon Timberlane, llamado "Barbagris"  a causa de su larga barba blanca, junto a su esposa y un grupo de personas, un grupo de gerontes sobrevivientes a la tragedia nuclear y al consiguiente declinar de las instituciones propias de la civilización, deambulan por una Inglaterra tan devastada como el resto del mundo.

 

“...el silencio los envolvió mientras permanecían, juntos y separados al mismo tiempo, en la oscuridad. Había mucho entre ellos que nunca habrían podido expresar, corrientes de simpatía y resentimiento, afinidad y aversión: vagas, pero no por eso menos fuertes...”

 

            El lento declinar, como en un apocalipsis suave (podríamos decir un sub género distópico) encuentra a estos ancianos luchando por sobrevivir en un ambiente hostil pero carente de la furia juvenil. En vez de ello tenemos a grupos de ancianos que sobreviven sabedores de que en algún momento nadie podrá cuidar de ellos. Pese a ello Barbagris mantiene una llama de esperanza en su corazón y día a día trata de no sucumbir a la desesperación que genera no solo los problemas diarios para sobrevivir sino el sin sentido de una civilización que da sus últimos estertores.

 

“Habían llegado a una especie de encrucijada, donde el camino atravesaba una carretera que aún mostraba signos de asfalto sobre su accidentada superficie…”

 

            Estamos en 2029 y han pasado cuarenta y ocho años del evento, por lo que desde 1981 no nace un nuevo ser humano. Por tanto los tópicos que va desarrollando Aldiss en la novela pueden ser los propios de una ancianidad contemporánea: la soledad, la desesperanza, el aislamiento y los miedos del no poder con uno mismo, pero todo enmarcado en ese estado de falta de humanidad.

            Con ello también vemos a la naturaleza que reclama para sí sus lugares perdidos, un Támesis desbordado, las calles  de cemento que comienzan a ser derrotadas por la inquebrantable hierba que brota desde el suelo.

            El tono melancólico campea en toda la obra a la par que los pensamientos de Barbagris se van sucediendo frente a los hechos cada vez más desesperantes. Sin embargo, al contrario de lo que se le puede achacar a Ballard con su trilogía distópica, o Tomas Disch como Los genocidas, una imperceptible llama de esperanza para la humanidad se enciende al final de la novela.

 “Mucho de lo que esta anciana tenía que decir resultaba difícil de comprender. Era como si la neblina que se extendía sobre el agua en aquella estación envolviera también la comprensión humana; pero no resultaba difícil de entender que pequeños grupos aislados de sus vecinos desarrollaran un acento y un vocabulario peculiar”.

 

            Algunas conclusiones.

            Esta es una obra propia de la época que ha envejecido muy bien, valga el lugar común del comentario. Aldiss fue conocido por su versatilidad y su capacidad para mezclar géneros, y esta obra es un claro exponente.

Si bien trabajó principalmente desde la ciencia ficción, también escribió obras de fantasía, horror y literatura general. Su enfoque innovador y su deseo de expandir los límites del género lo colocaron en la vanguardia del movimiento de la New Wave de la ciencia ficción en la década de 1960.


Esta obra, como otras de su autoría, aborda un tema recurrente en la obra de Aldiss cual es la relación entre la humanidad y su entorno, a menudo abordando cuestiones ecológicas, el impacto de la tecnología, y la evolución social.

Por su relativa sencillez argumental, sus pocas páginas y su escritura velada de referencias filosóficas, y a veces melancólica, es una novela que hay que leer para poder comprender los miedos de la época. Por todo ello forma parte del canon literario de la ciencia ficción distópica inglesa.

 ¡Te recomiendo que escuches este audio de iVoox! #263 ESCRITORES - La Partida de Felipe Bochatay 

https://go.ivoox.com/rf/119384767

18 agosto 2024

Rock y Jazz en "La caza del carnero salvaje" de Murakami. Por Felipe Bochatay.

 


“Era también la época de grupos tales como los Doors, los Rolling Stones, los Byrds, los Deep Purple y los Moody Blues. La atmósfera daba la impresión de estar insidiosamente electrizada, hasta el punto de que hubiera bastado con dar un enérgico puntapié para que todo se viniera abajo en un santiamén”.

 

Cuesta comentar este libro de Murakami. Mientras avanzaba en la lectura la primera impresión que tuve fue de un gran desconcierto por algunos diálogos que, además de inverosímiles, parecían sobrar o no llevar a ningún parte. Para colmo, luego de terminar la novela, me quedé con una extraña sensación de desasosiego en la boca, como si hubiera presenciado un film en el que los personajes no son del todo creíbles o un guion que adolece de inconsistencias, en definitiva, una de falta de entendimiento.

El final, alerta spoiler, es cuanto menos desconcertante, pero bueno, qué novela de Murakami no tiene algo de eso.

Esta es su tercera obra, fue publicada en 1982 y con ella conquistó el prestigioso premio Noma para autores noveles. En cierto sentido podemos decir que con esta obra es con la que salta al estrellato.

La caza del carnero es una novela independiente y auto conclusiva que puede leerse prescindiendo de sus obras anteriores. Hago esta referencia dado que acá se cierra la historia de este personaje sin nombre y su amigo “el Rata”, como así también de otro personaje, en este caso secundario como lo es “Jay”, un chino que regentea un bar al que el personaje sin nombre acude en las novelas anteriores a beber y sacar conclusiones existencialistas.

La Caza del carnero salvaje si bien termina con “el Rata”, sigue hacia adelante con las aventuras de este joven publicista sin nombre que retorna unos años después a sus extrañas aventuras en lo que sería una secuela, Baila, baila, baila.

 

Algunas características

Como está escrita en una época pre internet los personajes matan el tiempo limpiando la casa, bebiendo, escuchando discos o simplemente matando el tiempo es lugares destinados a ello. Esta es una característica de Murakami, todos sus personajes están inmersos en un universo que combina lo más profundo de la cultura japonesa dentro de un universo pop capitalista plagado de referencias a marcas y estilos de vida hipermoderno.

Así nos encontraremos con que los personajes consumen vinos o cervezas de determinadas marcas, escuchan discos de música de la época, visten a la moda occidental, en definitiva, consumen compulsivamente cultura capitalista occidental a la par que lo profundo del Japón aflora con determinados personajes que ofician como telón de fondo en la trama.

 

Trama

La trama es muy fiel al estilo Murakami, que comienza a despuntar acá. En esta novela podemos ver los cimientos sólidos de este estilo muy propio de lo que algunos llaman realismo mágico y otros directamente fantasía. Las cosas suceden (léase para cualquiera de sus novelas) en un mundo ordinario, mecánico y rutinario, sin embargo un hecho o acontecimiento misterioso e ilógico rompe con la paz de lo rutinario y sin darnos cuenta entramos en un mundo muy similar al nuestro pero con algunas pequeñas variantes, imperceptibles cambios de la realidad que son insostenibles en nuestro mundo.

Así veremos a un ignoto publicista, el narrador, que recibe una misteriosa carta (otro elemento pre internet) junto a una foto por parte de “El Rata”. La imagen es utilizada a pedido del amigo para una publicidad en una revista y este hecho desencadena un viaje a Hakkaido, una zona inhóspita del Japón para cazar al carnero salvaje, un carnero muy peculiar que es buscado por una organización cuasi secreta (otro de los tópicos de Murakami) y que le encomienda a tarea.

En la novela los personajes aparecen y desaparecen con absoluta normalidad, como la hermosa chica (otro tópico de Murakami) modelo de orejas y prostituta vip que le tiende una soga importante para su tarea. Así logra dar con el “Dolphin Hotel” para poder avanzar en la búsqueda hasta esa inhóspita zona montañosa del Japón profundo.

El viaje, que para nada es el viaje del héroe, termina con el encuentro de un fantasma, un hombre disfrazado de carnero como un osito de peluche tamaño humano, la ultraderecha presionando para que obtenga resultados rápidos, un chofer de limusinas que pone nombre a un gato y podría seguir con eventos inverosímiles que Murakami sabe ir incorporando finamente para que la suspensión de la credulidad por parte del lector sea completa. En mi caso recién al concluir el libro me puse a pensar en todos los eventos que hubieran hecho explotar una mente racional.

Es un pacto ficcional que el autor nunca rompe a través de la naturalización de lo maravilloso desde lo narrativo. Esa es su especialidad pero cómo lo maldije en la lectura. Es que los hechos más insólitos son contados con una absoluta naturalidad, como si se tratara de hechos corrientes, y por ende, exenta de mayores explicaciones. Así, al creernos lo que nos cuenta Murakami, establecemos ese sólido contrato ficcional. Es en definitiva una novela de fácil lectura pero de compleja interpretación.

 

Cultura pop

Una de las características de las novelas de Murakami es la amplia referencia a la cultura pop, sus objetos y productos, en particular la norteamericana, algo que los japoneses le suelen criticar pero que ha hecho que sus novelas sean en cierto sentido universales.

A cada paso que dan los personajes estos se la pasan consumiendo productos con marcas occidentales, consumen ropa de marca, viajan en avión, las drogas son las de occidente.

La música que oyen los personajes de sus novelas suele ser el rock de la época o jazz, aunque en muchas oportunidades, y como elemento importante para la trama, se ha volcado también por la música clásica.

Asimismo se la pasan cocinando o comiendo productos japoneses. Es a veces tan detallada la comida en sus novelas que podrían editarse libros con las recetas de las comidas que se preparan o compran los personajes de Murakami.

 

“La conocí en el otoño de 1969. Entonces yo tenía veinte años y ella diecisiete. Cerca de la universidad había una pequeña cafetería donde solía citarme con mis amigos. No era nada del otro mundo, pero los asiduos sabíamos que allí escucharíamos rock duro mientras bebíamos un café indescriptiblemente malo”.

 

Murakami ama el rock y el jazz y no evita colar esa música en sus obras. Así tenemos novelas con un sound track más que interesante. En el caso concreto de esta novela vamos a toparnos con lo más popular del rock pop occidental de los '60 y los '70. Téngase presente que esta obra está ambientada en el Japón de fines de los años '70 del siglo pasado.

            Por citar tenemos a Johnny Rivers, que fue un cantante y músico de rock de los '60 y '70 en EEUU. Para algunos un genio que combinaba géneros antagónicos y para otros un tipo mediocre que se supo codear de  buenos músicos. Lo cierto es que vendió más de 30 millones de discos. Supo influir a las generaciones posteriores en diversos ámbitos de la cultura popular al mezclar blues, folk y country en algo que se dio en llamar el “White soul” y luego el “Go-Go Sound”.

 

“Mi amiga retiró las latas vacías de cerveza y los vasos, y puso agua en la tetera. Mientras el agua se calentaba, se fue a escuchar unas casetes a la habitación de al lado. Era una serie de temas cantados por Johnny Rivers: «Midnight Special», seguido de «Roll over Beethoven» y «Secret Agent Man». Cuando el agua hirvió, echó el café, mientras cantaba a una con la cinta «Johnny B. Goode». Entretanto, yo leía el diario de la tarde. Era una escena de lo más familiar. De no ser por el dichoso carnero, me habría sentido la mar de feliz.

Hasta que se escuchó el característico chasquido del final de la cinta, permanecimos callados bebiendo café y masticando unas galletas”.

 

También encontramos a Boz Scaggs, que fue un músico y cantante norteamericano que tuvo su brillo entre los '70 y '80. Supo fusionar el jazz-rock con elementos del soul. Fue un cantante que supo combinar su voz seductora, la composición y la excelencia en la ejecución de la guitarra eléctrica. Tuvo una visión amplia de la música pasando del rock más duro al sonido de Filadelfia.

 

“Yo bebía silenciosamente mi cerveza. Por los altavoces del techo se oía la última canción de los Boz Scaggs. La gramola había pasado a la historia. La clientela del bar estaba compuesta en su mayoría por parejas de universitarios, pulcramente vestidos, que bebían sorbo a sorbo sus cócteles o sus whiskys con soda, en un ambiente de notable corrección. No había clientes con aspecto de ir a desplomarse borrachos, ni reinaba ese agrio tumulto tan característico de los fines de semana. Seguramente, todos los presentes se irían a casa tan tranquilos, se pondrían el pijama, se limpiarían con cuidado los dientes y se irían a la cama. Nada que objetar, sin duda. La pulcritud es una virtud muy loable. En el mundo, al igual que en aquel bar, las cosas no son nunca como deberían ser”.

 

También aparece Bill Withers, que fue un músico y cantautor estadounidense famoso en las décadas del 70 y 80. Icono del soul, y el funk, nunca olvidó sus humildes orígenes y un temprano tartamudeo. Fue un caso raro, abandonó la música en forma profesional en 1985 estando en lo más alto de su carrera.

 

“Había oscurecido. Me atiborré los bolsillos del pantalón de monedas, tabaco y un encendedor, me puse las zapatillas de tenis y salí a la calle. Entré en la tasca del barrio, donde pedí un muslo de pollo y un panecillo. Mientras se hacía el pollo, oí el último disco de los Johnson Brothers y me bebí otra cerveza. Después de los Johnson Brothers la música cambió a un disco de Bill Withers, y mientras lo oía di cuenta del muslo de pollo. A continuación, y acompañado por los sones del Star Wars de Maynard Ferguson, me bebí un café. Me sentía como si no hubiera cenado”.

 

Por último me permito citar a Benny Goodman, que fue un gran clarinetista y director de orquesta de jazz estadounidense. Conocido como El rey del swing, es, junto con Glenn Miller y Count Basie, el representante más popular de este estilo jazzístico e iniciador de la llamada era del swing. Tenía una facilidad increíble para la improvisación pero su estrella se opacó luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial.


“Del cuarto trastero saqué una vieja guitarra, que logré afinar no sin esfuerzo. Probé unos rasgueos, interpretando viejas melodías. Luego me puse a practicar a los sones de «Air Mail Special», de Benny Goodman; y en éstas, se hizo mediodía. Así que eché mano al pan de producción casera, duro ya como una piedra, y cortando una gruesa loncha de jamón, me hice un bocadillo, que me tomé con una lata de cerveza.

Tras media hora más de rasguear la guitarra, se presentó el hombre carnero”.

 

Para las mentes inquietas me he aventurado en la creación de una playlist con lo mejor de la música de La caza del carnero salvaje, una especie de sound track como si de un film se tratara:

https://open.spotify.com/playlist/6BaESlWINuKJevk3CIPz32?si=c6989e9cf5c64d71

 Artículo originalmente publicado en: https://www.ciencia-ficcion.com/limites/lm0720.htm



 

 

 

 

Recordando a Adolfo Bioy Casares. Por Felipe Bochatay.

  Introducción . El escritor Adolfo Bioy Casares es considerado uno de los escritores más importantes del s. xx en Latinoamérica. Nació en...