Buscando alguna novedad sobre la próxima novela de Haruki Murakami me topé con otro Murakami, un tal Ryū. De inmediato me picó la curiosidad, había llegado a Azul casi transparente sin pretenderlo.
Cuando comienzo a
indagar sobre la novela descubro con sorpresa que no pertenece a Haruki, que
fue escrita por Ryū Murakami en 1976, a sus tempranos 24 años de edad, y
adaptada al cine, mereciendo tanto la novela como el film sendos premios dentro
del Japón. Obtuvo el muy prestigioso premio Akutagawa.
De qué va la novela,
pues de unos yonquis japoneses, muy jóvenes, que frecuentan una base militar
estadounidense para divertirse, drogarse y tener sexo. Todo transcurre en esta
breve novela de forma frenética, en muy cortos capítulos, en donde los
personajes, chicos y chicas, deambulan por la ciudad buscando conflictos con
terceros y entre ellos. Hay cruces amorosos, relaciones tóxicas, drogas duras,
un detalle descarnado en primera persona, sexo y más sexo y drogas.
Como dije, la novela
está narrada en primera persona por uno de los miembros del grupo, Ryu, quien
sería una especie de guía o líder del grupo ya que la trama avanza teniéndolo
en sus breves episodios como un protagonista siempre expectante.
Desde ya, cabe decir,
teniendo esta primera aproximación a la obra de Ryū que los “dos Murakamis”
no comparten, en sentido literario, más que la homonimia. Haruki suele
presentarnos en sus largas, larguísimas novelas, personajes que como con Ryū son
jóvenes pero que en aquel la trama avanza por universos extraños, teñidos de
esa pátina de ensueño a que nos tiene acostumbrados Huruki Murakami.
En Ryū el texto es
crudo, seco, de párrafos breves, son estocadas al corazón cada vez que la banda
se sumerge en una sesión de drogas duras, sexo violento, maltrato físico y rock
psicodélico. Inclusive se puede llegar a catalogar a esta novela como la “Trainspotting”
japonesa, aunque escrita casi dos décadas antes pero con la misma descripción
onírica de cada “chutazo”.
La literatura que desborda
excesos por todos lados no aburre, más bien el morbo malsano se saber cómo
sobreviven los casi adolescentes a tantas situaciones peligrosas hacen devorar el
libro página tras página en algo que bien puede asemejarse a los yonquis de
Burroughs o al caminar sobre el precipicio de Bukowsky.
En definitiva, una
novela para leerla de un tirón y así poder sobrellevar el sinsentido de la vida
de estos chicos y la frialdad absoluta del personaje principal al relatar los hechos.
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