Internados en el nido del cucú
Una aproximación a la obra de Ken Kesey
y Milos Forman
desde la Sociología de Erving Goffman.
Palabras: Jack Nicholson, lobotomía, interaccionismo simbólico, institución
total, teatro, sociología, panóptico, antipsiquiatría, psiquiatría.
Hay
películas que quedan grabadas en la mente de las personas. Escenas, diálogos,
una imagen. La imponente presencia de Jack Nicholson en la película “Alguien
voló sobre el nido del cucú” es una de ellas. El mentado film es una
obra adaptada de la novela “One Flew Over the Cuckoo's Nest”, de
Ken Kesey de 1962[1], y fue dirigida por
Milos Forman en 1975.
El
personaje que interpreta Jack Nicholson es apabullante por donde se lo mire,
destila desparpajo, desinhibición y aterra cuando uno se percata hacia dónde
transita inexorablemente el personaje.
Hasta acá nada que no se haya comentado
antes. El hecho es que esas imágenes de una persona díscola que ingresa a un
manicomio para salvarse de la cárcel me disparó directamente hacia un trabajo
sociológico de uno de los grandes científicos de esta ciencia del siglo XX, la
obra es “Internados: Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales” del
sociólogo E. Goffman.
Sobre la relación entre ambas obras trataré de aclarar algunas ideas, ya que si
bien muchas películas enfrentan el tema de la salud mental desde diferentes
perspectivas, preconceptos o ideologías esta se centra en un momento histórico
concreto en donde la lobotomía se encontraba en su apogeo.
Quien
vio la película a los pocos minutos podrá idearse lo mal que terminará
McMurphy. Desde las primeras escenas destila “su demencia”, tal es así cuando a
su arribo besa al policía que le quita las esposas y lanza alaridos o cuando
dirigiéndose al director del hospital le diga que “nada funciona bien en mi
cabeza”. Este granuja llega al manicomio como un triunfador, inmerecido por
cierto, y en algún lugar de nuestros corazones deseamos decirle: “hey, amigo,
vas camino a la muerte (o la locura, cual peor)”.
Por
ello me pareció interesante desarrollar una lectura de la película (y su
libro) a través de una investigación científica, de la obra de E.
Goffman ya que, y esta es la idea central, las
modas, costumbres, gustos estéticos o estado de la ciencia son reflejados por
las artes (literatura, cine, pintura) casi en el mismo momento en que ocurren.
Como primer punto de comparación podemos traer a colación una
razón por la que las obras tienen tantos puntos en contacto. El libro de Goffman, “Internados”, fue el resultado de la investigación de
campo que realizó entre 1955 y 1956 en un hospital psiquiátrico de Washington.
Goffman trató de pasar
desapercibido presentándose como ayudante del director de gimnasia, aplicando
estrategias micro-sociológicas cercanas a la etnología.
Por su parte se sabe que Kesey pasó
un tiempo trabajando como enfermero en un hospital psiquiátrico de California,
EEUU. Allí pudo interiorizarse sobre cómo trataban a los internos desde la
institución y también experimentar con las drogas que a los internos les eran
suministrados. A ello se debe el perfecto detalle de los ambientes, la
pulcritud de los uniformes, etc.
Además la historia de esta película nos hace vislumbrar una época
en particular, EEUU entre la época de postguerra y hasta los años 70.
Interesante es ver que durante ese lapso de tiempo los EEUU vivieron sin dudas
la mejor de sus etapas en lo referente al estilo de vida logrado por la
sociedad. Es la época del “baby boom”, del Welfare State y del pleno empleo. Y
misteriosamente es también una época en donde se desarrollan distintas ideas
acerca de la lucha contra el sistema[2].
Así
comprendemos porqué McMurphy encarna a una persona que lucha contra el sistema
(las reglas del hospital) desde una postura egoísta, dado que intenta lograr
beneficios a costa de torcer las normas, y en donde se presenta una analogía de
la lucha contra una sociedad opresora, en este caso representada por la
enfermera Ratched, símbolo de férrea autoridad interpretada por Louise
Fletcher.
El
orden y las restricciones que operan en el hospital nos recuerdan las reglas de
muchas sociedades. La individualidad de cada “interno” se
torna conjunta y por consiguiente representa a aquella que busca por momentos
adaptarse, sentirse parte de la sociedad y por otro momento se resiste y solo pide
tolerancia. A través de los pasillos de un hospital psiquiátrico esta película
cuestiona el sistema de salud mental norteamericano en tiempos donde los
derechos humanos eran invisibles ante el avance tecnológico de los nuevos
conocimientos en neurología. Por ello vemos a los enfermos del pabellón que le
toca en suerte a Mc Murphy andar de un lado para el otro todos “en bloque”,
privados de autonomía, de su individualidad.
Cuando vemos esta película debemos
situarnos entre los antes dicho y lo siguiente: Mc Murphy es un violador e
inadaptado social de espíritu libre que finge demencia para ser recluido en un
hospital psiquiátrico con la idea de escapar a un régimen carcelario que
considera un excesivo castigo a sus delitos y que no está en sus planes purgar.
Él dice algo así como que está con una pandilla
de locos para evitar ir a la cárcel.
En una de las primeras
escenas de la película se observa el ingreso de McMurphy al hospital. Con el
director del Hospital tiene una reunión y dialogan sobre los motivos por los
cuales fue internado. Hay que destacar dos caracteres en la personalidad de
McMurphy: el de vago, indicador que
podría ser síntoma de su locura ya que esto se corresponde con parte del
discurso civilizado de la época cuando se consideraba como la cuestión más
miserable a un hombre holgazán. El otro es su carácter de pendenciero, dicho de
otra forma: irrumpía contra el orden.
Pero la pegajosa tendencia
de Mc Murphy al desorden y a la desobediencia establecidos como su
estilo de vida choca rápidamente con la inflexible disciplina impuesta
dentro del establecimiento. En definitiva vemos como minuto a minuto nuestro
protagonista comienza a padecer su nuevo lugar de vida. Así a la par que padece
su nueva realidad, no se alecciona y contagia su tendencia al desorden y su
sentido de la vida choca muy pronto con la estremecedora rutina de los
habitantes del manicomio.
A lo largo del film vemos
como sus compañeros de “hospedaje” vienen a darse cuenta de que existe algo muy
diferente a lo que están viviendo cada día. Se desencadena así una guerra entre
los pacientes y el personal de la clínica ante la fría y severa enfermera
Ratched a la cabeza y sus asistentes.
En
la obra de Goffman, “Internados”, este autor desarrolla
el concepto de “institución total”. A estas instituciones, podemos denominarlas
como “lugares o espacios específicos
donde los seres humanos comparten un espacio delimitado totalmente controlado
hasta en los más mínimos detalles”. Conviven en estos espacios dos tipos de
personas, los guardias y los internos.
Bajo este concepto Goffman pone de
manifiesto las características totalitarias en las que las personas se ven
obligadas a compartir un espacio delimitado, bajo estrictos controles horarios
e interacciones controladas. En definitiva, Mc Murphy huye de una institución
como es la cárcel en EEUU, con toda su impronta de trabajos forzados. Y en
donde cabe recordar, en EEUU persiste el sistema corrientemente denominado
"Tree straike and your!re out law", en donde en resumida síntesis,
tres condenas penales implican largas cadenas perpetuas.
En el devenir de toda la
película prima un principio rector positivista, la fe en la ciencia es
avasalladora: “se trata sólo de medicina, te va a hacer bien” dicen las
enfermeras cuando entregan las medicinas a los pacientes. Es una forma de
entender el mundo, el discurso médico hegemónico.
Pero hay que tener presente
que McMurphy no estaba loco y los doctores eran conscientes de ello, pero no
hacían nada al respecto. Muy por lo contrario, cada vez que desobedecía las
normas internas estos le aplicaban técnicas médicas en contra de su voluntad.
Esa puesta en escena del anormal también será discursiva: el criminal, el
loco, es objeto de debate y será la ciencia la que establecerá un rol
fundamental en la construcción del yo normal y el otro anormal: la
hegemonía médica va a comenzar a medicar lo funcional y lo disfuncional. Así
aparecerá la medicina aliada al poder.
Se cataloga de enfermo a aquello que al sistema le sirve para preservar el
orden. Así se entiende al criminal como algo patológico, como que está loco,
enfermo y que hay que ayudarlo; como éste se sale de la norma se prefiere creer
que está loco antes de aceptar la experiencia de la gente que escapa de la
norma. Y así lo terminan entendiendo quienes “tratan” a Mc Murphy. Tratantes y
tratados, guardias e internos dentro de
la Institución Total.
Como podremos ver en la película, Mc
Murphy viene a romper el orden casi estático que aparentemente siempre ha
existido en los pasillos del hospital.
Utilizando esta anomalía introducida es
como podemos percatarnos que hay dos formas principales o ajustes a través de los cuales los internos o tratados se adaptan a
su entorno: primarios, cuando el interno se adapta a los reglamentos y
estructuras institucionales; secundarios, cuando los individuos
logran adaptar algunas características institucionales para su propio
beneficio. En un primer grupo podemos ver al grupo de personas de su pabellón
con que se encuentra Mc Murphy. Pasivos adaptados a las normas. En el segundo
grupo encontramos a ya sabemos quién.
El problema surge en la
película en función de que Mc Murphy rompe con esta pasiva aceptación de los
reglamentos internos torciendo esta normativa a su favor, ejemplos palpables
son cuando organiza la mesa de poker, la administración del tv, el equipo de
basket ball, la limpieza de los sanitarios, la salida en barco, el ingreso de
prostitutas al hospital o cuando no ve
el vidrio y lo rompe penetrando así su cuerpo en un sector al que tiene vedado
su ingreso.
Este sector es “regenteado” por
mujeres y hombres de color. Este no es un dato menor pero que puede
pasar desapercibido: los asistentes de las enfermeras son hombres de tez negra
que se la pasan limpiando entre otras actividades, lo cual es una típica
construcción social que establece que ellos por distintos son inferiores. Este
hecho no es menor, sin lugar a dudas las mujeres y las personas de tez oscura
han sido colocadas socialmente en términos de desprivilegio. La
circunstancia que sean ellos quienes
ejercen poder sobre los “enfermos” connota el bajo grado de importancia social
dado a aquellos que están encerrados en aquel hospital.
Vista la película a través de Goffman se
permite entrever el uso disciplinario
de estas instituciones y de cómo estas mortifican
el yo
de los individuos para lograr ajustar este yo al entorno institucional,
mediante el uso de las tensiones dentro-fuera. En la película está muy bien
lograda la presencia de la institución total puesta también de manifiesto en
los cuerpos
de los internados: lobotomía, baños fríos, castigos físicos, etc.
Una de las características
centrales de las instituciones totales es la ruptura de un ordenamiento social
básico en la sociedad moderna: la distinción entre los espacios (tiempos) de
juego (ocio), descanso y trabajo, en los que por lo general se interactúa con
distintos coparticipes y ante el ejercicio de una autoridad que es dispar y sin
respetar un plan administrativo muy estricto.
Muy por el contrario,
según Goffman, en las instituciones totales como en el pabellón en que se
desarrolla la película podemos observar que la totalidad de las dimensiones de
la vida cotidiana ocurren en un mismo lugar y bajo una única autoridad, también
que todas estas actividades cotidianas se llevan a cabo en la compañía
inmediata de un gran número de otros miembros, a los que se da el mismo trato y
de los que se requiere que hagan juntos las mismas cosas. Lo peor de todo es
que estas actividades están total y perfectamente programadas. Se encuentran
"encadenadas" unas a otras y todas se imponen jerárquicamente a
través de un cuerpo de empleados administrativos y a través de un rígido
sistema de normas de rigurosa formalidad. Hay para todo esto un "plan
racional", único, creado deliberadamente para regir la totalidad de las
actividades, que demás está decir, son obligatorias para los internos.
Así
desde la teoría del interaccionismo
simbólico, al que adhiere Goffman, éste define a la vida como un
teatro, y bien vale la comparación con la puesta en escena que constantemente y
día a día montaba Mc Murphy dentro del manicomio.
El director de Alguien voló... se vale
de esta teoría en que los seres humanos son meros actores que se esfuerzan permanentemente
en todos los ámbitos de su vida social para transmitir una imagen convincente
de sí mismos frente a los diversos "auditorios" a los que se
enfrentan (la familia, los amigos, la escuela, la oficina, etc.). No importa lo
que uno sea realmente, sino lo que se logra parecer. Mc Murphy en un principio
aprende rápidamente a moverse hábilmente entre los "decorados y las
utilerías" de la puesta en escena que es el pabellón psiquiátrico en que
se encuentra.
Finalmente todo se desmadra y como reza
el Interaccionismo Simbólico, el que no
sabe actuar constituye una amenaza para el elenco y es prontamente apartado,
acá mediante la intervención en los cuerpos, llámese electroshock o lobotomía.
El final es aleccionador. Mc Murphy
sufre electro-sock y luego una lobotomía [4] y, como
todos sabemos "el gran jefe" toma una decisión liberadora y conduce a
la victoria final de Mc Murphy sobre Racheld mientras el “gran jefe” escapa del
manicomio.
Podemos decir
también para concluir y porque no, que la película termina siendo una alegoría
de la Antipsiquiatría[5],
entendida esta como casi como un movimiento contracultural que se levanta
contra los tratamientos aplicados a los enfermos mentales en EEUU considerados
en su momento como la teoría y la práctica psiquiátrica convencional[6].
[1]
En países de habla hispana se la conoció como “Alguien voló sobre el nido del cucu” y también como “Atrapado sin salida”.
[2] Digo por ejemplo que siendo tan feliz
la “sociedad de la abundancia” estallan los índices de delitos, vandalismo y protestas,
culminando, por ejemplo, con el movimiento hippie. Me animo a decir que un
sistema que les da todo también los llena de vacío existencial. Tal es
así que para ejemplos tenemos a Rebelde sin causa, el rock and roll, Elvis
Presley, las drogas, etc.
[3] La idea o filosofía
del Panóptico fue una de las expresiones más acabadas de la concepción moderna de cárcel. Fue un diseño
de centro penitenciario “ideal” elaborado por el filósofo Jeremias Bentham a
fines del siglo XVIII. El concepto de este diseño permite a un vigilante
observar (-opticón) a todos (pan-) los prisioneros sin que éstos
puedan saber si están siendo observados o no. El objeto de este control visual
permanente era el de generar en internos un estado de autorepresión de posibles
acciones violentas como así también la permanente reflexión sobre los hechos
cometidos. Bentham, plasmó un modelo de vigilancia social que permitía un tipo
de poder del espíritu sobre el espíritu, una especie de institución que se
aplicó tanto en escuelas como hospitales, reformatorios, y fábricas. Así ya en
el siglo pasado el concepto de prisión evoluciono en su nueva concepción.
Foucault la denominó como una institución disciplinaria. Goffman la denomina
“Institución Total”.
[4] La lobotomía
cerebral es considerada un tipo de psicocirugía que consistía en la sección
quirúrgica de fascículos nerviosos de un lóbulo cerebral. Práctica muy
desarrollada en los estándares de la medicina de mediados del siglo XX y que
inclusive se aplicaba con un picahielos y sin la menor norma de higiene y
control. Se cree que en EEUU entre las décadas del 30 y los 60 se realizaron
más de 50.000 de estas operaciones).
[5] Concepto
ideado o atribuido a David Cooper y que se usa para designar a
diferentes enfoques y doctrinas políticosociales en el área de la salud mental
que tienen en común ser detractoras de la psiquiatría.
Notas 4 y 5: fuente www.wikipedia.org
[6] También
se puede leer sobre este tema a Michel Foucault con sus obras célebres
“Historia de la locura” y “Vigilar y Castigar”, Foucault veía en los asilos un
instrumento de represión de la burguesía contra las “clases peligrosas”. Michel
Foucault, Erving Goffman y otros criticaron el poder y el rol de la psiquiatría
en la sociedad, incluyendo el uso de la "institución total", el
"etiquetamiento" y la estigmatización. Más aún y en relación a los
viejos clichés de
control, Foucault nos enseña que en la institución donde se encuentran
internados mantiene la rigidez de las normas con precisión. El hospital en su
funcionamiento puede resultar similar a una cárcel, de hecho hay rejas, ello
significa que hay una clara limitación de la libertad. Se busca mantenerlos
adentro, en cuanto el interior es un lugar de protección y seguridad, mientras
que el afuera podría ser un lugar de amenaza.