03 agosto 2025

Más malo que mi otro yo. Felipe Bochatay.

 


Puestos a pensar en personajes malvados de la ciencia ficción, o de las artes en general, no puedo dejar de observar que nuestro peor enemigo, nuestro némesis, es el que nos conoce a la perfección. Y quien mejor que uno mismo.

Sabido es que nosotros mismos podemos auto boicotearnos o jugarnos malas pasadas con pensamientos negativos, sin embargo, cuando ese otro yo que habita en nuestro cerebro se materializa, de distintas formas, en nuestra vida, nos vamos a encontrar con que nuestro peor enemigo es nuestro doble, ese otro yo proyectado en o hacia otra entidad, separada de la propia.

El tema ha sido ampliamente desarrollado por la literatura europea desde el siglo XVIII en donde se ha escrito sobre el doble o doppelgänger. En particular la obra de Dostoievsky (1821-1881), El doble, que relata las peripecias de un ignoto empleado público que sufre un descenso gradual hacia la locura merced a la fatídica aparición de su doble, quien le va poniendo zancadillas a su tranquila y ordinaria vida. Aunque sin embargo el máximo exponente de la literatura decimonónica es la visión de Robert L. Stevenson (1850-1894) en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

En la literatura latinoamericana el tema también fue ampliamente tratado, en particular en los orígenes de la ciencia ficción, allá en la primera mitad del siglo XX.

El gran Jorge Luis Borges (1899-1986) sentía aversión por los espejos pues estos no solo pueden llevar a la disolución del yo, relacionándolo con la idea del fetch escocés, un doble que regresa de la muerte para llevarte, sino que también, como dijo en un cuento: “Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. 

O en Borges y yo en donde un Borges teme desaparecer frente a otro Borges. Y en El otro, donde el autor se encuentra con un duplicado de él pero rejuvenecido.

Dice en El centinela:

 Me acecha en los espejos , en la caoba, en los cristales de las tiendas. Una u otra mujer lo ha rechazado y debo compartir su congoja”.

 En Borges el miedo a los espejos trasciende lo físico para adentrarse en lo metafísico, lo existencial y lo filosófico, actuando estos como portales que nos introducen en la psique, en la “sombra” arquetípica, cuestionando en definitiva nuestro propio ser, tema que no es el que nos convoca. Dijo en una entrevista:

 

“En mi casa había un mueble con tres espejos. Yo tenía miedo a que alguno de esos reflejos se pusieran a vivir por cuenta propia...Yo conocí de chico el horror de una multiplicación espectral de la realidad...”

 En Julio Cortazar (1914-1984) el tema del doble se proyecta a través de los sueños, como en Lejana, relato que nos muestra la transmutación de los cuerpos o mejor, de las mentes, de dos mujeres, una adinerada y otra extremadamente pobre. La mujer adinerada será atraída hasta la mendiga para transmutar su mente ocupando una el cuerpo de la otra.

Bioy Casares (1914-1999) lo trata en La invención de Morel con un lunático Dr. Morel que se carga a sus amigos de una desolada isla merced a la idea trasnochada de duplicar sus imágenes por toda la eternidad.

Por otro lado el inclasificable uruguayo Felisberto Hernandez (1902-1964), en El sinverguenza o Diario del sinvergüenza (1957), obra que irónicamente adolece de varias versiones o duplicados, una maldición que también arrastra la obra El doble de Dostoiesvky, relata en forma de múltiples párrafos inconexos un descenso a la locura dado que la sustancia de su yo ha volado por los aires debiendo buscarla en ese “otro”. Dice en esa obra fragmentaria:

 

“...Cuando era niño vi a un enfermo al que le mostraban su propia mano y decía que era de otro. Hace poco tiempo descubrí que yo tenía esa enfermedad desde hacía muchos años. Tal vez habría empezado en aquel tiempo, en una noche en que después de apagada la luz veía andar sola la mano del hombre y metía las mías entre la (sic) cobijas...”

 

Para luego continuar:

 

“Una noche el autor de este diario descubrió que su cuerpo, al cual llama “el sinvergüenza”, no es de él; que su cabeza, a quien llama “ella”, lleva, además, una vida aparte: casi siempre esta (sic) de pensamientos ajenos y suele entenderse con el sinvergüenza y con cualquiera.”

 Julio Garmendia (1898-1977), desde su relato El difunto y yo, introduce en la realidad, por lo menos en la del protagonista del relato, a su alter ego, quien destruye en pocos días la vida que llevaba y con ello su cordura pues su unidad se rompe y con ello, al mejor estilo de Kafka, se produce el quiebre de un orden, destruyendo a ese ser desdoblado por su alter ego para ocupar su lugar, inclusive frente a su esposa. 

Por otro lado Gastão Cruls (1888-1959), escritor brasilero de ascendencia belga, más conocido por su obra A Amazonia misteriosa, publica hacia 1938 un relato, Meu Sosia, donde explora el tema del doble desde el absurdo de ver aparecer en una biblioteca a su copia, una copia perfecta de él que se encuentra documentándose para escribir un libro similar al que el original está escribiendo.

Como en el caso anterior, el “original”, en un proceso diario que lo lleva desde la sorpresa a la locura, verá claudicar sus fuerzas, en un hospital, frente a este doble que lo acaba superando.

Ricardo Piglia lo dice a través de su alter ego (?)  Emilio Renzi en su cuento Un pez en el hielo: “Lo que tememos más secretamente siempre ocurre”.

Transcribo la parte del cuento pues no tiene desperdicio:

 

“...

Dos días después, en el tren que lo trajo a Turín, vio a otro amigo que salía del vagón comedor, era Mario. Emilio se levantó sonriendo y Mario pasó por el pasillo como si él fuera invisible. Empezó a creer que teníamos un doble en el otro continente, el mundo era un espejo, y todo estaba duplicado pero fuera de lugar.

Una mujer igual a Inés con el hombre de pelo blanco era demasiada coincidencia. Los dos dobles iguales en el otro lado del mundo. No podía ser, desvariaba. Atacado por un impulso mimético, veía todo repetido, construía réplicas. Hacía días que no hablaba con nadie. Quizás era eso. O quizás tenía razón y pronto iba a encontrar a alguien que era él mismo (pelo crespo, anteojos, cara de sonámbulo) y entonces… ya sabía lo que le pasaba a los que encontraban a su doppelgänger.”

 

Tal vez, como lo manifiesta el psiquiatra Otto Rank, en su ensayo de 1914, El Doble, existe una relación entre el lado angustioso y desconcertante de la aparición del doble en la literatura y las creencias de las civilizaciones antiguas sobre la muerte y sobre la inmortalidad del alma, sin dejar de observar las psiques de los que escribieron sobre esta temática.

Quizás, veladamente, todos estos autores rindan tributo a los arquetipos de Carl Jung, en particular a la “sombra”, ese ser oscuro que asecha desde lo más profundo de nuestro ser y que amenaza constantemente en convertirse en nuestro peor enemigo.

(Publicado originalmente el 12 de enero de 2025 en: 

https://www.ciencia-ficcion.com/varios/firmas/f20250112k.htm)







02 agosto 2025

La afirmación. Identidad, memoria y realidad fragmentada. Felipe Bochatay.


“La vida es una sucesión de accidentes y desengaños, mal recordados y peor comprendidos, con enseñanzas sólo vagamente aprendidas.”

 


            ¿Hasta dónde tenemos la certeza que todo lo que percibimos es real? Luego de leer La afirmación, novela de Christopher Priest (Mánchester, 14 de julio de 1943 - 2 de febrero de 2024), lo que queda es ese amargo sabor en la boca por no saber bien por dónde se está pisando.

            Christoper Priest, recientemente fallecido fue un escritor inglés de una amplia y vasta obra literaria y cinematográfica, por ejemplo ha participado como guionista en la serie Dr. Who y en el film eXistenZ, de 1999.


La afirmación, publicada en inglés en 1981, es una novela de casi 300 páginas en donde relata la historia de Peter Sinclair, protagonista y casi único personaje. De hecho la novela transcurre casi por completo en la mente de este atribulado muchacho que ha sufrido la muerte de su padre, la pérdida de su conflictiva y explosiva novia, el paro laboral repentino y una  relación compleja con su hermana. Agobiado por el cúmulo de situaciones se refugia en una casa de campo que casualmente le ofrece  un amigo de su padre a cambio de realizar algunas reformas y mejoras en la casa.

 

“Aspiraba, inicialmente, al recuerdo total… Al final comprendí que lo que tenía que hacer era escribirlo todo…”

 

            Decidido a comenzar una nueva vida esta da un giro dramático cuando comienza a definir los acontecimientos que lo llevaron a esa situación. Así comienza a escribir y reescribir una biografía de la que no queda conforme. La realidad no es tan real, o no lo convence demasiado, por lo que con determinación comienza a idear una nueva vida basada en su vida. Esta pretensión de hiperrealismo lo va a llevar a confundir, y confundirnos, con dos realidades que literariamente comienzan a superponerse en el texto al punto de entrelazarse como si fueran dos cuerdas que colgando se enredan y rozan entre sí tendiendo puentes entre las dos realidades.

De esta forma arriba a un mundo imaginado en donde gana una lotería, la lotería de Collago, una de las islas que conforman el archipiélago del sueño, cuyo premio es la inmortalidad. 

Cabe mencionar que estas islas, las islas que conforman un Archipiélago que languidece en aguas ecuatoriales, terminan conformando una gran y podríamos decir infinita zona neutral en un mundo bipolar en guerra. No cabe duda que estas islas son una metáfora de lo infinito de la mente humana, un territorio surcado de interminables islas, cada una con su idiosincrasia, y que los barcos se empeñan en desandar moviendo mercaderías en lo que sería un territorio franco entre dos naciones en una guerra antiquísima.

No se puede soslayar que este archipiélago de los sueños es un territorio cuanto menos recurrente en la obra de Priest, pues este territorio fantástico y misterioso presente en esta obra también se encuentra en The Islanders (2011) o en El Archipiélago de los Sueños y en tres de los cinco relatos de la colección Un verano infinito (Rameras, La negación y El observado).

Los sueños ilimitados, como las islas, contienen a los personajes o por lo menos a Seri, amante de Peter, que lo jalona para quedar en esa realidad. Ese será también otro de los interrogantes de la novela.

 

“Las dos versiones eran verdaderas, pero en diferentes latitudes de verdad…”

 

            Por otro lado tenemos el concepto de la atanasia, esa pseudo inmortalidad a la que se accede con la mencionada lotería. En verdad es una cuasi inmortalidad con algunas restricciones pero inmortalidad al fin. El pero es que la “operación” que le van a efectuar, la atanasia, implica que pierda la memoria y para poder recuperarla debe cumplir con un largo interrogatorio para resguardar su memoria, pese a ello Peter se opone y ofrece su manuscrito como biografía para recuperar sus recuerdos. El problema es que en esa otra realidad las experiencias que relata de esta realidad son incongruentes y cuanto menos un rompecabezas para los médicos que intentarán restaurarlo.

            ¿Qué son Los Beatles?

            Así Jethra será Londres, su novia Gracia será Seri, como el resto de los pocos personajes que le rodean. Y lo más importante, Gracia y Seri (una alter ego de la otra, inclusive físicamente) se verán envueltas en una batalla por el muchacho, mientras en un viaje de ida y otro de vuelta por las islas que conforman el archipiélago del sueño, en todo caso infinitas, se terminará de configurar la enajenación o atanasia de Peter.

            De inmediato podemos leer en una dinámica perfecta en la que se alternan capítulos de una y otra realidad, un debate ético sobre el merecer o necesitar, dado que la lotería no discrimina entre gente que lo necesite o que haya hecho más méritos que otros para merecerlo.

            Por otro lado Peter, en su frenético escribir, deja todo lo que está haciendo para abocarse a ello, empieza a percibir que se ha desdoblado en dos personas, a las que califica de “yo mismo” y “el protagonista de la historia”. Inventa “Jethra” una ciudad que simboliza una amalgama de Londres.  Y pese a que entiende que todo lo que escribe es una invención, sin embargo “…todo cuanto contenía, cada palabra, cada frase, era tan verdadero en el más alto sentido de la palabra como puede serlo la verdad.

            Finalmente la historia converge en un final en el que Peter debe optar entre una u otra novia, posiblemente una ya fallecida, entre Jethra o Londres, en definitiva entre una realidad u otra. Entre un manojo de hojas mecanografiadas y otro en blanco que nos hace pensar si Peter en verdad no ha enloquecido, pues una de las conclusiones al final del libro, muy borgeana, es que cree que Seri lo ha creado a él en Collago, pero que antes de eso, él, en su cuarto blanco, ya la había creado a ella.

 

“Había un yo que escribía. Había un yo a quien yo podía recordar. Y había un yo acerca del cual yo escribía, el protagonista de la historia. La diferencia entre la verdad real y la verdad imaginativa estaba siempre presente en mí. La memoria, sin embargo, era fundamental, y día a día yo tenía nuevas pruebas de su falibilidad. Aprendí, por ejemplo, que los recuerdos no tenían la coherencia de un relato.”

 

            Novela que no es estrictamente de ciencia ficción, fue nominada en 1982 al premio BSFA, la Asociación Británica de Ciencia Ficción. Ese año el galardón se lo llevó Brian W. Aldiss con Heliconia: Primavera. Sin embargo en cuatro oportunidades ha podido alzar el mencionado premio.

            En resumen una obra que cuestiona abiertamente los vericuetos de la memoria, los límites con la locura y los trastornos de la identidad personal en un experimento imaginativo de perfecta factura donde la realidad es algo tan frágil que lo subjetivo puede resultar engañoso o un artilugio de la mente que interpela a la identidad y la memoria del personaje en un universo en que ficción y realidad se han desdibujado con maestría por Priest.

Reseña: "Victoria", de Knut Hamsun.

  Título original: Victoria (1898). Idioma original: noruego. Traducción al castellano: Berta Curiel. Editorial: Ediciones G.P., Barcelona...