Cuando vi por primera vez este film
tenía al menos veinte años, fue allá cuando se estrenó, por el 93. Sin embargo
recuerdo que una sensación de impotencia y dolor muy interno se apoderó de mí
al terminar de ver la película. Luego, por mucho tiempo, no pude volver a
verla. Esa impotencia o rabia que genera la historia puede llevarnos a esos
extremos y “Bleu” es una película sobre la naturaleza humana, esa naturaleza
humana que nos sorprende y a la postre nos abruma. No hace falta decir que ésta
fue la primera entrega de la trilogía “Tres colores”, completada con las
películas “Blanc” y “Rouge” que le sucedieron.
Contar una historia triste y
conmovedora sin llegar a la sensiblería de la novela rosa tiene sus riesgos,
este no es un film con efectos especiales, ni golpes bajos ni una película
típicamente “pochoclera”, más aún, es una clásica película francesa a la que
algunos pueden tachar de lenta o aburrida.
Asimismo
tampoco uno la puede recordar por algún diálogo en particular o frase memorable
dado que lo que prima es la imagen en su estado más puro, a su vez, envuelta en
una tremenda banda sonora. Ambas logran mostrar acabadamente el sentido de
pérdida de Julie como así también todos sus conflictos internos.
El
director polaco Krzysztof Kieslowski y su primera actriz, en un papel
solamente para ella, la francesa Juliette Binoche, lo logran sobradamente.
La exquisita y cuidada fotografía se encuentra enmarcada en un color que domina
el film, el azul. Todo está teñido de ese color que no es más que un mensaje
que nos quiere transmitir el director. Es que el azul representa la libertad, una libertad que está cargada
también tal vez de imperceptibles alegorías políticas, aunque esa no sea
directamente la intención de Krzysztof Kieslowski.
La película nos ubica en París,
donde la vida de Julie (Juliette Binoche) da un giro trágico de 180º al perder
trágicamente en un accidente de tránsito a su marido, de renombre artístico
como compositor de música, y a la niña de ambos. Ella es la única
sobreviviente. Frente a esta nueva realidad de la protagonista, se
encierra en sí misma en una cuasi vida ascética. Esto la lleva a tratar de
aislarse de todo sentimiento humano, inclusive a un intento frustrado de quitar
su vida, y a evadir situaciones que la lleven a nuevas relaciones humanas; pero
que en definitiva las necesita para sobrevivir, para continuar viviendo EN su nuevo estado de LIBERTAD.
Con el transcurrir de la película
Julie se vuelve más inestable mostrándose incapaz de desanclarse de su pasado.
Su enamorado, Olivier, ayudante de su marido, intenta sustraerla de ese
ostracismo pidiéndole que le ayude a terminar la obra inconclusa de su marido
que ella creía haber destruido. En un principio lo consigue, mas luego se
percata de que la obsesión por lo que quiso componer su marido la invade y le
impide desanclarse, salir de ese fondo marino, azul, en que se encuentra y que
no le permite hacerse de una nueva vida mundana.
En
este sentido Kieslowski reflexiona
acerca de cuál es el precio que tenemos
que pagar para lograr nuestra tan ansiada libertad, que desde luego también
la representa el director en el sentido de libertad de la vecina prostituta,
una mujer feliz que hace lo que siente sin importarle lo que piensen los demás.
Qué
nos quiere decir, que a través del color
azul nos quiere simbolizar el concepto de libertad, pero no política ni social,
sino la libertad en un sentido más absoluto y existencial, la de vivir la vida
en sí misma, ya que al haber perdido todo, su amor, su hija y al despojarse
de todos los lujos y vida que llevaba se enfrenta a la más solitaria libertad,
la libertad de ya no ser dependiente de las personas que amamos y se fueron
para siempre. Es que en este sentido el amor no deja de ser algo contradictorio
para el director, quien ama es prisionero de ese amor, quien lo pierde ya es
libre de él.
En
esa dirección podemos entender que la intención del director no es bucear en
los conceptos utópicos de libertad política (como lo representa el azul de la
bandera de Francia), sino la que portamos dentro nuestro y que la sociedad
posmoderna parece haber perdido u olvidado como el derecho y la obligación que
todo ser humano tiene de preservar la libertad propia y la de quienes se encuentren
a nuestro alrededor.
Así
Julie se enfrenta a una abrumadora
libertad al desprenderse de los afectos y de lo material, el hogar en que
convivían, ropa, lujos, que estaba atado a los afectos (el amor), comienza una
nueva vida, aunque totalmente vacía, invadida por la indiferencia y la frialdad
absoluta y para venir a completar su cuadro Julie descubre que su marido le era
infiel con una colega.
Ello
no le impide enamorarse de un compañero de su marido y a pesar de sus deseos
autodestructivos ella encara la finalización de la obra inconclusa de su
marido.
Es
aquí donde la magia de este director polaco se hace aún más perceptible, donde
expresa magistralmente las emociones de Julie, el sentimiento de pérdida y su conflicto interno, logrando una
expresión emotiva máxima, especialmente la exposición
más cruda de dolor, desafiando completamente los sentidos.
En
definitiva, una historia triste y avasallante,
y más triste el final en que Julie logra derramar
las lágrimas que durante toda la película no logra derramar. Con una idea
central cual es la de impregnar la pantalla de tonos azules convirtiéndola en una obra de arte visual, ya que, como
dije, acá no destacan los diálogos sino los silencios y las imágenes, sobre
todo en los planos de detalle y donde el azul se apodera de toda la imagen, de
toda la fotografía.
“Bleu” es la idea
de sobrevivir a esa libertad, de encontrar razones para vivir en un mar de
autodestrucción y de nuevamente amar, un nuevo hombre o un sentimiento de
esperanza. Así el azul, es decir, la libertad, tan caro y frío para sus
emociones se vuelve un tono esperanzador, de vivir la vida a pesar de ella.
Imagen: https://www.filmaffinity.com/es/film597294.html
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